Magazine
"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado" — Gabriel García Márquez
La memoria del corazón es muy sabia.
Es quien recuerda los atardeceres en la playa, el color del mar, la nieve de Berlín, las calles de Madrid, los desayunos sin reloj que incluyen sobremesa, salir del cine después de ver un peliculón, los ataques de risa y lo que sentimos cuando España ganó el Mundial.
Es quien olvida aquella discusión, el dolor de cabeza, los pies fríos durante todo el viaje, los exámenes suspensos, el retraso de un avión y las once horas sentada en aquel autobús.
Es la memoria del corazón el motivo por el que perduran los ramos de flores, los libros subrayados, los bailes improvisados, las palabras cómplices, las canciones de Sabina y los besos robados. Nos hace olvidar las lágrimas, el desamor, las decepciones o mentiras.
Nos “engaña” para que lo bueno se multiplique y tengamos la capacidad de ilusionarnos de nuevo. Al final, cada uno es el jefe de su propia fábrica de recuerdos, mejor que sean bonitos.