Ilustración: Javier Serrano.
—Buenas tardes.—Tardes son.—¿Qué, a la feria?—Ya le digo.—Ya le veo.—Menos mal.—A feriarse algo, supongo.—Mismamente.—¿Y qué es que es ello?—Nada raro, solo querría mercar un asno.—Buen empeño.—Que me salga baratito.—Yo le puedo ofrecer este.—¿Con papeles?—Todo en regla. Solo que…—Alguna pega habrá, seguro.—Muy menor, pero pega, sí. —Desembuche.—Pues es que, es que… ¡que solo rebuzna…!—Hombre, no querrá que también ladre.—… No, que solo rebuzna en un idioma.—Ah, era eso. —Eso era.—Entonces, ¿no ornea?—Nada.—Ni barrita.—Na de na.—Ni chamuya.—Ni un chumino.—Y ni siquiera arromana.—Menos aún.—¿Pero no es este un asno del Noroeste?—Sí, de la Montaña Lucense.—Ah, pues será entonces al menos un buen burro fariñeiro.—Al menos y al por mayor.—No exagere.—Está en su peso.—Algo escuálido lo veo.—No se fíe, es todo fibra.—Pero fariña ya hay poca.—¡Hombre, poca poca…!—Ya, lo dice porque no solo de pan…—Claro, claro.—Pues siento así…—No lo sienta, basta con que…—¿Apoquine?—Justamente.—Solo un altro merodeo.—¡Diga, diga!—¿Qué nombre tiene?—Rufino, me llamo Rufino.—No, usted no, ¡acá el pollino!—Ah, no sé. Es Burro a secas.—¡Pero eso no puede ser!—Eslo, eslo, es lo que hay.—Yo sin nombre no lo merco.—Puede usted llamarlo Rucio.—Quite, quite, que eso luego engorda mucho.—Y qué tal, no sé, ¿Platero?—Eso suena a burro gay.—¿Cómo dice?— ¡Que era broma!—¡Vaya susto!—Con esas orejas…—¡Bien hermosas!—Y esa quijada…—¡Potente!—La verdad es que tiene cara…—¡Afine, atine!—… de llamarse…—Y ser llamado….—(ambos): ¡Buridán!—Trato fecho, el asno es suyo.—Tenga, los maravedises.—¿Se lo envuelvo?—No hace falta.—Puede llevárselo puesto.—Eso haré.—¡Arriba!—¡Vamos!—Adiós.—Adiós.—No diga adiós, ¡diga arre!—¡Arre, arre!—¡Que trotecillo tan lindo!—¡Qué primor!—(ambos) ¡Ay, Buridán!Y se van.(LUN, 275 ~ El retorno de los Merluzos, de nuevo en los papeles estelares de Los figurantes de Javier Serrano, XXV)