A veces hace falta equivocarse, sufrir y ser uno mismo para relatar las cosas que otro jamás podría hacer. No se trata de contar un relato extraordinario en la mayoría de los casos. Más bien el objetivo es narrar una historia única. Adrian Tomine no podría haber ideado Shortcomings desde una perspectiva tan cercana a la realidad de la minoría asiática en Estados Unidos si no hubiera sido, como efectivamente lo es, descendiente de japoneses.
La novela gráfica cuenta la historia de Ben Tanaka y su novia Miko, ambos con ascendencia asiática. La vida en pareja, la desconfianza en el otro y el darse un tiempo son los ejes verticales de una trama en su apariencia sencilla. Si bien es cierto, no estamos ante una historia sorprendente ni inquietante Tomine se defiende con dignidad en unas viñetas que beben los vientos por el séptimo arte. En una novela en la que el plano fijo se sucede con ahínco y donde se opta por un escueto blanco y negro. La pluma de Tomine brinda la oportunidad de compararla con el también estadounidense Daniel Clowes en la similitud de su trazo y detallismo no excesivo.En la historia no faltan otros personajes que nutren de oxígeno al guión. Unos divertidos y, sobre todo, sinceros y punzantes diálogos confesionales entre Ben y su amiga lesbiana, coreana por cierto, que le hace ver a modo de moraleja hasta dónde se establecen los preceptos sociales y cómo las grandes promesas del ayer ya no guardan sentido en el presente. Mucho de verdad en pocas páginas donde se encierran concepciones muy marcadas socialmente en cuanto a la distinción de razas y convierten este volumen, en especial, en un buen punto de arranque para descubrir esta realidad. Realidad que aprovecha Tomine para representarla repleta de miedos e inseguridades que no fundamentan los falsos estereotipos propinados al ‘otro’. Y que vuelve a hablarnos muchos más allá de las concepciones sobre las razas del miedo a la soledad. De lectura rápida, buena reflexión pero sin atisbos de humor.
María José Gata
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