Siempre según Diderot, en cuanto a la felicidad, comentando a Séneca dice que para ser felices es necesario ser libres y no tener otros amos que el propio deber. Únicamente encadenándose al deber se rompen todas las otras cadenas y se es feliz. ¿Diderot fue en su vida un hombre tan ligado a su deber de estudioso, de filósofo?
Ah, sí. Para Diderot sólo existían el conocimiento y la verdad. El conocimiento como instrumento para alcanzar la verdad. Cuando Diderot alude a los deberes, alude a los deberes en relación con la verdad.
Entonces, ¿Diderot fue un hombre feliz?
En cierta medida sí.
Un animal raro y afortunado.
Como Savinio. Incluso en los momentos más angustiosos le decía a su mujer: sin embargo, no logro ser infeliz.
Cuánta belleza en esas palabras. Pero Savinio vive dos siglos después de Diderot.
Sí, pero tiene una mente como la suya.
Entonces es una cuestión de mente. Son dos mentes laicas.
Absolutamente laicas.
Absolutamente enamoradas del saber. Eran dos grandes “diletantes” en su sentido etimológico.
Diletantes en el sentido de que hallaban “deleite” en el trabajo del conocimiento.
Y en todos los sectores, porque Savinio, además de escritor, pintor y dramaturgo, era también músico.
Y más aún Diderot; se dedicó a la ópera e hizo la Enciclopedia. Fue la punta de diamante de todo aquel grupo.
Diderot, como Séneca, sostiene que la suprema felicidad reside en la idea de virtud. En cambio nuestra sociedad, tanto la comunidad —así la llaman— de los intelectuales, como la sociedad en su conjunto, difícilmente puede perseguir la virtud absoluta para ser feliz. Me refiero a que vivimos en una sociedad, en un mundo, que nos obliga al compromiso, a la mediación continua.
La vida se ha vuelto mucho más compleja, ha perdido sencillez. Ha llegado a ser un nudo inextricable.
Diderot lograba aislarse de las pequeñas y las grandes complejidades que le rodeaban. ¿Lo conseguía Savinio?
Sí, también Savinio.
Pero entonces, ¿sería exacto decir que cuanto más egoístas somos y más nos aislamos, más próximos estamos a poseer una gran felicidad?
No, no. Tanto Diderot como Savinio son personalidades muy altruistas.
¿De qué modo era altruista Diderot?
Era capaz de hacer cualquier cosa por un amigo, por una persona que conocía, por su propia familia, por la familia de su amante.
Así pues, ¿cultivaban la atención por el prójimo?
¡Ah!, en ellos era fortísima. Mira, hay un episodio que se refiere a la muerte de Savinio. Savinio y su mujer dormían en habitaciones separadas. Savinio estaba enfermo, padecía del corazón, por lo que mantenía la puerta de comunicación abierta. Una mañana la mujer se levantó y se encontró con la puerta cerrada y a Savinio, al otro lado de la puerta, muerto. Sacó fuerzas para levantarse e ir a cerrar la puerta para que su mujer no notara que se estaba muriendo.
¡Eso que me cuentas es un gesto bellísimo!
Sí, es algo muy bello.
Leonardo Sciascia
Conversación con Domenico Porzio
Traducción: Víctor Gallego Ballestero
Foto: Leonardo Sciascia
Previamente en Calle del Orco:
Los mayores de Nivasio Dolcemare, Alberto Savinio