Revista Cultura y Ocio

La muralla de todos

Publicado el 14 febrero 2016 por Revista Pluma Roja @R_PlumaRoja

Tengo una predilección especial por aquellos que no cantan a la alegría. Por aquellos que ven el mundo desde las grietas. Por aquellos que observan el espectro completo de los colores de los que se compone la existencia y no solo los colores cálidos. Tal es el caso de Roger Waters (bajista y compositor de Pink Floyd).

Cuando Pink Floyd –la banda que en sus inicios solo era conocida en los circuitos reducidos de la música y los bares londinenses– se convirtió en un fenómeno de ventas a nivel mundial, no significó para nada que la vida les estuviese sonriendo, ni que el navegar por las aguas del éxito les significará sanar todas las heridas del pasado y presente. Todo lo contrario, las exigencias de la industria, y la alienación que significaba vivir en el estrellato, les significaron y, de manera especial para Roger Waters, el hundirse en un mar de dudas, oscuridad, desesperanza y rabia.

Roger Waters
La vida de Waters no estaba marcada precisamente por lo que muchos llaman éxito. Su padre y abuelo les fueron arrebatados en plenas guerras mundiales (1 y 2 respectivamente). Como buen observador, Waters se percató de las injusticias, dolores y complejos que siembran en el sistema educativo. Y, además, sufrió la pérdida de un amigo en la figura de Syd Barret cuando este, sumido en la experimentación descontrolada con LSD, ya no era dueño de sí mismo –razón que le costó la salida de Pink Floyd–.

Pink Floyd
La vida y “éxito” de Pink Floyd tampoco era de lo mejor. Luego del multi-ventas The Dark Side of the Moon (1973), Waters tuvo que enfrentarse a la maquinaria devastadora de la industria musical que todo lo mercantiliza. Sus respuestas críticas a esta forma de hacer negocios quedaron registrados en los álbumes Wish You Were Here (1975) y Animals (1977), ambos testamentos de la disociación del ser humano y su parte humana, esta última, cada vez más cerca de las características de una máquina que la esencia propia de un ser vivo.
Sin embargo, pese a este descubrir de la maquinaria que todo lo consume, y plasmar esa idea en su trabajo, ni siquiera eso era algo que era percibido o comprendido por sus contemporáneos. La calma y la alegría, le seguía siendo esquiva.

Animals, la crítica, y el dinero
La publicación de Animals (1977) no fue muy bien recibida por fanáticos y críticos. La crítica arreciaba sobre sus últimos trabajos. Y aquellos que habían llegado hipnotizados por The Dark Side of the Moon, ya no disfrutaban del “nuevo” Pink Floyd. Además, la banda estaba sumida en unos líos legales que no la dejarían en muy buen pie económico. Las cosas no iban bien… No había dinero, ni apoyo.

Surge The Wall
Fue en este contexto que una idea comenzó a madurar en la mente de Waters. La idea de un álbum, película y gira. Una obra gigantesca y novedosa que constaría de estas tres partes, en las cuales expondría de manera abierta sus temores, miedos y visión apocalíptica de la sociedad como nunca antes y, de paso, resolvería los problemas económicos en los que estaba sumido junto a sus compañeros.

The Wall (muchísimo más que un álbum)
El resultado de esta idea salió a la luz en 1979, se llamó The Wall, eran un álbum doble, y que pretendía ser promocionado a nivel mundial con una gran gira (gira que no pudo realizarse en su totalidad por lo costoso del proyecto). La producción y composición corrió por casi completa cuenta de Roger. Y su logró máximo (en lo comercial) fue conseguido con el single Another Brick In the Wall, Pt 2.

Sin embargo, pese al éxito del álbum, es con la película de 1982, dirigida por Alan Parker, que la obra empieza a alcanzar niveles de hazaña épica, pues ya no es solo el contenido denso, y sonoro del álbum lanzado en 1979 el que lleva al oyente a un mundo a punto de rebalsarse de tanta injusticias y dolor, ahora, es la película la que permite visualizar ese mundo a través de las animaciones y actuaciones allí magistralmente presentadas.

La película
La película muestra la historia de Pink, un músico que a través de su vida es sometido a todo tipo de humillaciones, todas las cuales lo terminan obligando a construir una muralla para esconderse y refugiarse de todos. Pink, cuando niño perdió a su padre en el medio de una guerra sin sentido. Su madre lo sobreprotegió. En la escuela fue opacado por ser poeta. Su mujer lo dejó por otro hombre. Y por último, las drogas lo consumen, como el fuego al cigarrillo.

El resultado de todo esto es la muerte del hombre y el surgimiento de un personaje de características fascistas que termina sometiendo a todos a su alrededor, discriminando a lo diferente y aplastando a aquellos que piensan distinto.

La película en sí, tuvo una buena recepción entre los más fanáticos en esos momentos, sin embargo, nadie podía imaginar el nivel de alcance y vigencia que The Wall alcanzaría con el paso del tiempo. Y es que ¿Acaso se han dejado de pelar guerras? ¿Se ha dejado de explotar al hombre? ¿Se ha dejado de condicionar el desarrollo la de las habilidades de los niños en las escuelas? Lamentablemente, no. La visión desesperanzadora de The Wall sigue presente.

Admiración
¿Por qué admirar tanto la obra de Waters expresada magistralmente en The Wall?

Por lo siguiente:
Porque como si la realización de un álbum doble, la película, y una gira en los 80 no fuera suficiente, la mente incasable de Waters rescató la obra a comienzos de esta década, para el placer de todos los que la admiramos, y la convirtió en una gira y documental en la cual sigue expresando su sentir.

The Wall, el documental
Hace poco se estrenó el documental de la gira de The Wall realizada durante los años 2012 y 2013. Y bueno, uno no puede sino rendirse ante la magnificencia de la obra que aborda aún de manera más profunda lo planteado hace más de 35 años: Waters sigue luchando por cambiar el mundo.

Porque claro, todos ya intuíamos que la obra de The Wall, en realidad, era un trabajo autobiográfico más que una obra de un colectivo de músicos. La obra en sí era Waters (con algunas referencias a Barret, especialmente en la película) luchando contra la sociedad, los gobernantes y sus estúpidas guerras, la educación como sistema carcelario y la mercantilización de todo; el derrumbe de las relaciones humanas, la destrucción de la naturaleza y los más pobres. Pues bien, todo esto y más, queda registrado en el documental.

El viaje
Durante los 2 horas 12 minutos que dura el film, acompañamos a Waters en viaje que lo lleva de Inglaterra a Italia, más específicamente a la playa donde su padre cayó muerto en combate en la segunda guerra mundial. Durante el trayecto, también, Roger sostiene conversaciones con distintos amigos entorno a la guerra y sus experiencias. Todas conversaciones acompañadas de imágenes y música de los conciertos de la gira; elementos que aportan muchísimo en un viaje que se vuelve, a medida que pasan los minutos, cada vez más desolador. Todos estos detalles hacen sin duda, de esta obra, un documental que se hace indispensable para los amantes de la música y el arte como herramienta de combate.

Me deprimo y hago The Wall
Una de las cosas que más gusta de la obra de Roger Waters es su capacidad de canalizar sus frustraciones en cosas que trascienden lo personal. En la actualidad, mucha gente se deprime o sufre y su gran solución es ir y publicarlo en alguna red social. Waters, en cambio, agobiado por las deudas, la vida y la tragedia, va, se deprime, y sale con The Wall bajo el brazo. Si eso no es digno de admiración, no sé qué será.

The Wall, en definitiva, ilustra la muralla de todos. La muralla que debemos derribar para alcanzar una sociedad mejor, y la paz individual.

¡Larga vida a The Wall!

Por Pablo Mirlo

pablomirlo.wordpress.com


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