Revista Espiritualidad

La navaja de ockham

Por Srigangamata @SRIGANGAMATA

“Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem.”
(Las entidades no deben multiplicarse innecesariamente).

William de Ockham
(1285-1349)

O dicho de otro modo:
Cuando dos teorías en igualdad de condiciones
tienen las mismas consecuencias,
la teoría más simple tiene más probabilidades
de ser correcta que la compleja.

Muchos siglos han pasado desde que Ockham produjera este modelo científico.
Hoy es ampliamente cuestionado, cuando no invalidado directamente, sin embargo no escribo estas líneas con criterios de pensamiento científico.

En palabras llanas la Navaja de Ockham postula que:

Si estás en un campo que no es de África,
y detrás tuyo se escuchan los cascos de un caballo, el relincho de un caballo
y el soplido de los belfos de un caballo:
lo que te persigue no es una cebra.

Durante mis años de consultorio he disfrutado de la aventura (pendular entre el placer y la agonía…depende) de conocer a muchísimas personas, de explorar muchas singularidades, muchas individualidades y de atreverme, más como un ejercicio mental que como una creencia a “bocetar” modelos diferentes de comportamiento en relación con estos individuos.

Así, suelo encontrar un patrón que parece repetirse mucho:
El de la necesidad de justificar, explicar y sostener los acontecimientos con ideas místicas.
Con explicaciones trascendentes.

Personalmente, después de tanta práctica en el Registro Akáshico sostengo con absoluto convencimiento que nada es casual, y todo, absolutamente todo responde a un mapa divino, cuyo único defecto es que sólo puede ser leído a posteriori…
Un modo de la Perfección de Dios con el que no siempre me siento a gusto:
al fin de cuentas yo no soy más de lo que soy. Sólo un Ser Humano.

No obstante, creo que en esta creencia se aloja el peligro de tratar de que todo aquello que somos y hacemos esté justificado por un plan divino que no sólo nos excede sino que nos gobierna y que una vez que se “descubre” debe “acatarse” sin mediar discusión alguna.
Algo así como hojas otoñales Cósmicas, a merced los vientos divinos , sin voluntad y por consiguiente
SIN RESPONSABILIDAD .

Afirmaciones tales como:

“Es lo que Dios quiso para mí”
“Es mi/tu/su destino”
“El tiempo decidirá” (un modelo “Kronos-lógico” de Dios que siempre me desconcierta porque de pronto me lo imagino redondo, suizo y con 24 rubíes)

Parecen indicar que la Voluntad Personal es un complemento decorativo, algo así como un accesorio para colgar los capricho y los deseos Terrenales meramente y que la Responsabilidad Personal no responde porque en el túnel de la espacio – temporalidad se quedó sin señal.

Parece como si a muchos de nosotros nos costase comprender que:

No “hay” un plan divino sino que “somos” un plan divino, perfecto y completo en potencia, con todas las variables posibles contempladas e incluidas para darnos la posibilidad de ejercitar tres pilares importantes en la ilusión de la manifestación

El Libre Albedrío del Poder Personal (PODER)
El Compromiso con la Divinidad Interior (AMOR)
Y la capacidad de hacernos cargo de amos a través de nuestra Responsabilidad Personal. (SABIDURÍA)

La Llama Trina no es simplemente un espectáculo de luces cósmicas puestas en escenas para deslumbrar a los iniciados es la energía del Tres Divino, (PODER / AMOR/ SABIDURÍA),  que en la distintas religiones del mundo ha ido adquiriendo diferentes “vestidos”, sino una poderosa clave energética que nos promueve en el encuentro con nuestra Divinidad Inmanente a través de la búsqueda de nuestra mejor versión según el ideal que nos fijemos de nosotros mismos.

Y qué papel juega en todo esto el “Principio de Economía” de Ockham?

Ante una situación dada, el modo más simple de poder intervenir en ella es apuntando a su menor cantidad de elementos poderosos (basales, fundacionales, necesarios):

  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal.
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo.
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo, ya que necesitábamos la experiencia.
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo, ya que necesitábamos la experiencia, para comprender la verdadera naturaleza de lo que es correcto para nosotros.
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo, ya que necesitábamos la experiencia, para comprender la verdadera naturaleza de lo que es correcto para nosotros y así experimentar un acercamiento a “la Verdad”
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo, ya que necesitábamos la experiencia, para comprender la verdadera naturaleza de lo que es correcto para nosotros y así experimentar un acercamiento a “la Verdad”, suponiendo que esta existiera, para tener un modo de experimentar la divinidad.
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo, ya que necesitábamos la experiencia, para comprender la verdadera naturaleza de lo que es correcto para nosotros y así experimentar un acercamiento a “la Verdad”, suponiendo que esta existiera, para tener un modo de experimentar la divinidad. Entonces podemos asumir que en última instancia no hemos cometido “un error” sino que hemos aceptado llamado de nuestra vocación de perfección.
  • Podemos reconocer que hemos cometido un error que hizo que alguien a quién amamos se sintiera mal, porque no fuimos capaces de reflexionar a tiempo, ya que necesitábamos la experiencia, para comprender la verdadera naturaleza de lo que es correcto para nosotros y así experimentar un acercamiento a “la Verdad”, suponiendo que esta existiera, para tener un modo de experimentar la divinidad. Entonces podemos asumir que en última instancia no hemos cometido “un error” sino que hemos aceptado llamado de nuestra vocación de perfección y hemos encontrado un modo de acercarnos a la mejor versión de nosotros mismo.

OK…
Podemos decir que todo esto es verdad.

Pero toda esta red de complicadas explicaciones místicas sigue sin resolver lo que REALMENTE importa de mis actos.

Que con ellos herí a alguien amado
y por tanto a mi propio amor.

La navaja de Ockham, más allá de la controversia reduccionista , comprender que LO QUE IMPORTA ES QUE NO NOS CORRE UNA CEBRA!!!
Que crear una serie de razonamientos místicos que aclaren (justifiquen?) nuestros actos, no se hacen cargo de las consecuencias de los mismos en el único plano que importan…en aquel en el que se realizaron, que es el único en el que improntan.

Lo demás…
Es una exégesis cuya utilidad está condicionada a haber demostrado mi VERDADERO PODER, mi VERDADERO AMOR y mi VERDADERA RESPONSABILIDAD por el dolor causado.
Sólo así valdrá la pena proyectarse luego a otros planos para hacer una comprensión del Mapa de lo divino.
Y nótese que sigo diciendo MAPA, no PLAN,  ni DESTINO.

Este modo de racionalización mística,  es posible verlo en muchos órdenes de los actos humano:

para justificar lo que se hace
lo que se deja de hacer
lo que se permite que se nos haga
lo que pretendemos imponer
lo que tememos cambiar, lo que tememos sentir.

Sumamos justificaciones sobre justificaciones hasta que construimos castillos extravagantes de místicas insólitas y arquitecturas imposibles, en lugar de hacernos cargo de Nuestro Poder y de la Responsabilidad que el mismo conlleva a través de nuestro compromiso con El Amor.

“Pluralitas non est ponenda sine necessitate”
(la pluralidad no se debe postular sin necesidad.)

ENTONCES…
Esto significa que todos esos castillos sean mentiras inútiles, alucinaciones, divagaciones de una mente errática?…
NO.

Significa, que no tiene ninguna utilidad ni aportan ninguna construcción
hasta que desde la simpleza (no el reduccionismo) no hayamos sido capaces
de hacernos 100% responsables de ello porque
TODO, ABSOLUTAMENTE TODO
aquello que nos tiene como protagonistas,
nos tiene como responsables.

En informática la Navaja de Ockham se reconoce como el Principio
“KISS”
“Keep It Simple Stupid…”

Parece que a veces tenemos que escuchar las cosas del modo más enérgico…

NAMO VHA!!

 

Datos “Técnicos” para quienes les interesen:
“El principio de Economía o de Parsimonia (Lex Parsimonia)
es atribuido al fraile franciscano inglés del siglo XIV William de Ockham
y es fundamental para el reduccionismo metodológico.
Este principio ya formaba parte de la filosofía medieval
aunque fue Ockham quien lo utilizó de forma filosófica.
Sin embargo, no solamente es un principio metodológico sino que, además,
tiene características ontológicas.
La denominación de "Navaja" de Ockham apareció en el siglo XVI,
y con ella se expresaba que mediante ese principio, Ockham
«afeitaba como una navaja las barbas de Platón»,
ya que de su aplicación se obtenía una notable simplicidad ontológica,
por contraposición a la filosofía platónica que «llenaba» su ontología
de entidades (además de los entes físicos, Platón admitía
los entes matemáticos y las ideas).
Desde una perspectiva ontológica, pues, la aplicación de este principio
permitió a Ockham eliminar muchas entidades,
a las que declaró innecesarias.“
Un principio al que Albert Einstein se opondría por
excesivamente reduccionista:
 “A duras penas se puede negar
que el objetivo supremo de toda teoría
es convertir a los elementos básicos en simples
y tan pocos como sea posible,
pero sin tener que rendirse a la adecuada representación
de un sólo dato de la experiencia.
Simple, pero no más simple.”

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