Llegué a este autor y a su serie de novelas policíacas con los investigadores de la guardia civil, el sargento Bevilacqua y su ayudante Virginia Chamorro, como protagonistas, gracias a Chelo, una estupenda compañera del trabajo. Sin duda fue una acertada recomendación.
Adelantaros que esta serie comenzó con una novela que tenía toda la pinta de ser una aventura individual, El lejano país de los estanques. Pero Lorenzo Silva escribió acertadamente una segunda, El alquimista impaciente, y consiguió con ella el premio Nadal en el año 2000 y el reconocimiento por tanto de crítica y gran público. Este premio, además, le sirvió para apuntalar una serie policíaca que ya va por la octava novela (por la 7ª, titulada La marca del meridiano recibió el premio Planeta en 2012).
¿La 2ª novela ganó el Nadal, la 7ª el Planeta, y voy yo y os recomiendo la 3ª: La niebla y la doncella? No, no me he vuelto loco: como bien sabéis los que me seguís en esta aventura del blog, mi idea es recomendar siempre una buena lectura, pero también un viaje al lugar donde su historia o trama transcurra. Y en esta tercera entrega, Silva utiliza como escenario principal un lugar que he visitado: la isla de La Gomera (también La Palma es testigo de alguna de las escenas retratadas a lo largo de sus páginas, por lo que aprovecharé esta novela también para recomendar un viaje a dicha isla), por ello la elección.
En esta ocasión los investigadores citados se enfrentarán a un problema difícil: desenterrar un caso de asesinato, que ocurrió hace ya dos años, en la isla canaria de La Gomera (el cadáver apareció en el recodo de un camino en el Parque Nacional de Garajonay, donde se encuentra el punto más alto de la isla).
Además por dicho asesinato ya fue encausado y puesto en libertad un sospechoso: un concejal del ayuntamiento de La Gomera, con cuya hija quinceañera el fallecido mantenía relaciones esporádicas. Y que se complica, aún más si cabe, por ser el asesinado un joven de vida un tanto irregular, que resulta era sobrino político de un alto cargo insular cuyas presiones son las que imponen ahora la reapertura del caso. Chamorro y Bevilacqua partirán entonces hacia Canarias con pocas expectativas. Allí se les une una guapa y sensual (vale el adjetivo también sexual) guardia destinada en el lugar, Anglada, que resulta ser un cóctel explosivo: una ex compañera de Chamorro, por la que ésta no siente simpatía alguna, y que solivianta los siempre despiertos instintos de Bevilacqua. El trío comienza a dar palos de ciego en el entorno de la víctima, en el que encontramos la habitual galería de personajes verosímiles de Silva, hasta que uno de los contactos resulta ser el decisivo. Y, a la postre, motivará una serie de sucesos que suponen un paso más en el desarrollo de los personajes.
La niebla y la doncella es una novela más larga y ambiciosa que sus antecesoras, especialmente porque el autor ha hecho crecer los aspectos complementarios a la trama que suelen conseguir enganchar a los lectores de estas series de novelas. Es decir, en esta entrega sabremos más sobre las vidas privadas de ambos protagonistas: el matrimonio frustrado de Bevilacqua y su, por ejemplo, temor a las relaciones amorosas; las rendijas en la fortaleza invulnerable de la cabo Chamorro.
El lenguaje, al que ya nos tiene acostumbrados Silva, es claro y conciso; el ritmo es bueno, aunque el autor de vez en cuando se permite alguna pequeña pausa, y nos mantiene enganchados, por lo que se lee rápidamente. Con todos estos elementos el autor confecciona, con gran maestría, una trama que culmina, de una forma inesperada y casual. Un final sorprendente en el que el argumento está muy bien hilvanado y en el que todos los acontecimientos tienen una explicación natural. Una novela que engancha desde el principio hasta el final y que te dejará con ganas de leer la siguiente novela.
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