Título: La nieta del señor Linh (Le petite fille de Monsieur Linh)
Autor: Philippe Claudel
Traducción: José Antonio Soriano MarcoEditorial: Salamandra (agosto 2006)Año de publicación: 2005Páginas: 128Precio: 12,50 euros
Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y a una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Él el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas.
Hay libros que solo se pueden recomendar a unos pocos, otros que recomendaríamos a todo el mundo por lo mucho que nos han gustado, y luego, hay otro tipo de libros que sabemos que sí deberíamos recomendar, porque son esa clase de libros que pueden gustar a todos, a lectores y no lectores, e incluso crear el hábito de lectura a estos últimos. Dentro de esa categoría encuadraría a La nieta del señor Linh de Philippe Claudel, una novela muy breve de poco más de 100 páginas, capítulos muy cortos, frases casi telegráficas, un ritmo que nos invita a no soltar el libro y una historia universal que deja huella. En mi caso lo leí del tirón, y no creo que lo olvide fácilmente. Narra la historia de un inmigrante, el señor Linh (no se especifica de qué país procede, podría ser Camboya, Vietnam...) que llega a Francia cargado con una pequeña maleta y su aún más pequeña nieta de pocos meses de vida, Sang Diu, que significa Mañana dulce. Esta niña es lo único que le queda al señor Linh, quien ha perdido a su hijo y a su nuera (padres de la pequeña), su hogar y todo lo que conocía por culpa de la guerra. Llega a este país desconocido, donde no entiende a nadie y donde el aire no tiene olor y la comida no tiene sabor. Un día, ese vacío que solo llena su nieta, se hace un poco más pequeño al hacerse amigo del señor Bark, un hombre que ha perdido a su mujer hace poco, y que se siente tan solo como el señor Linh, con lo que, a pesar de que no se entienden, nace entre ambos una gran amistad.
Como apuntaba antes, la historia es universal, si cambiamos la nacionalidad del señor Linh y el país al que llega, esta historia podría tener lugar en cualquier punto del mundo. La soledad y el desarraigo de los inmigrantes, su incomprensión de los países que los acogen sin acogerles realmente, tan solo internándoles en centros de acogida, la indiferencia de los demás, y esencialmente su añoranza de todo lo que han dejado atrás y perdido, son los ejes de esta historia. Una historia que cuenta con un desenlace final que al menos yo no me esperaba y que me resultó muy triste, un giro muy inteligente por parte del autor que da la vuelta a la historia y que nos sorprende con su habilidad para habernos llevado por donde ha querido a lo largo de toda la novela y habernos hecho creer lo que no era.
Niños en un lago de Angkor, Camboya (1996). Gervasio Sánchez
Es una novela con un ritmo muy fluido, frases cortas y muy directas que nos meten de lleno en la historia y que nos ayudan a empatizar en seguida con el señor Linh, un anciano entrañable que se desvive por cuidar a su nieta, que, de hecho, abandona su país para poder darle a esta un futuro mejor.
Pronto será una chiquilla, luego una adolescente y después una joven. El tiempo pasa deprisa. La vida pasa deprisa y convierte los tiernos capullos de loto en grandes flores abiertas a orillas de los lagos. Él quiere ver florecer a su nieta. Quiere vivir para ver eso, y no le importa que vivir signifique vivir lejos de su país, vivir allí, en aquella mansión rodeada de muros.
Bahía de Ha Long, en Vietnam
Parece mentira que un libro tan breve sea capaz de tratar tantos temas: la inmigración, las guerras, el desarraigo, la incomunicación, el desinterés por los demás... Y que provoque tantos sentimientos: ternura, tristeza, amistad, amor... Dos puntos son los que destacaría del libro, por un lado el inmenso amor del señor Linh hacia su nieta y como trata de darle una vida mejor manteniendo vivas las raíces culturales que han dejado atrás. Y de otro, cómo muchas veces los problemas de comunicación son más culpa nuestra que problemas reales. Ya que, a pesar de que hablan idiomas distintos, que provienen de dos culturas muy diferentes y que en un principio no tendrían nada en común, el señor Linh y el señor Bark logran comunicarse, entenderse, crear vínculos y una amistad y un cariño muy grandes, y lo consiguen porque las palabras o la procedencia no son importantes, lo importante es que se escuchan, se dan compañía, se esfuerzan por ver cuáles son los intereses de cada uno y demostrar su amistad con pequeños gestos de cariño. Sin que podamos decir que nos encontramos ante una obra maestra, sí que es uno de esos libros que uno no se arrepiente de haber leído y que creo que en general gustará a todos en mayor o menor medida. Es una de esas historias agridulces y breves que a pesar de que nos duran entre las manos un suspiro, son difíciles de olvidar.
Philippe Claudel
Esta es la primera novela que leo del francés Philippe Claudel, y ya os aviso que no va a ser la última, además de que el tema de la novela me ha gustado mucho, me ha enamorado su forma de escribir tan directa y sin artificios y a la vez tan llena de sentimientos. Claudel nació en Nancy en 1962, y además de escritor ha sido profesor en liceos y en la Universidad de Nancy II, así como de niños discapacitados y de presos; también es guionista de cine y televisión. Publicó su primer libro, Meuse l'oubli, a los 37 años, y a partir de entonces ha recibido varios premios como el premio Francia Televisión 2000 por su novela J'abandonne; el premio Goncourt de Novela 2003 por el libro de relatos Petites mécaniques; el premio Renaudot por su novela Almas Grises; y el premio Goncourt de los Estudiantes 2007 por El informe Brodeck. También ha sido director y guionista de la película Hace mucho que te quiero, que recibió el César a la mejor ópera prima y de la película Silencio de amor.