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La ‘Noche de Paz’ tras la erupción de un volcán

Publicado el 23 diciembre 2019 por Redespress60

Noche de paz, noche de amor (Stille Nacht, heilige Nacht) es un conocido villancico austriaco compuesto originalmente en alemán por el maestro de escuela y organista austriaco Franz Xaver Gruber, la letra fue realizada por el sacerdote austriaco Joseph Mohr..

La ‘Noche de Paz’ tras la erupción de un volcánIglesia parroquial de Oberndorf, en el estado austriaco de Salzburgo. (www.busreisen.cc)

Fue declarado Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad en el 2011.  “Noche de Paz” fue traducida a 330 idiomas, la canción ha sido grabada por muchos cantantes y en diversos géneros musicales, la versión de Bing Crosby es la más popular en todo el mundo siendo el tercer single más vendido de la historia. Fue interpretado por primera vez el 24 de diciembre de 1818 en la iglesia de San Nicolás (Nikolauskirche) de Oberndorf, Austria.

En 1818, dos días antes de Navidad, el viejo órgano de la iglesia de San Nicolás, la parroquia del padre Joseph Mohr, pasó a mejor vida. Para no decepcionar a sus feligreses, el sacerdote pidió a su amigo Franz Xaver Gruber, maestro y organista del vecino pueblo de Arnsdorf, que compusiera una melodía para un texto de Navidad.

La Nochebuena de 1818 se interpretó por primera vez el villancico “Noche de Paz” (Stille Nacht; si bien, el nombre completo del villancico más conocido del mundo es Stille Nacht, heilige Nacht (“Noche de paz, noche de amor”) en la pequeña iglesia parroquial de San Nicolás de Oberndorf, en el estado austriaco de Salzburgo.  En la misa del gallo de ese 24 de diciembre, Joseph Mohr, cura con voz de tenor y que tocaba la guitarra, y Franz Gruber, que poseía una bella voz de bajo, interpretaron por vez primera en alemán “Noche de Paz”. El hecho era totalmente inhabitual en la época, cuando los textos religiosos se redactaban todavía en latín. Pero Mohr consideraba que una letra simple y comprensiva era lo más adecuado para sus feligreses.

No obstante, los orígenes del villancico se remontan a dos años antes (1816) y coinciden en el tiempo con lo que los climatólogos han bautizado como “El año sin verano”, lo que permite establecer una interesante conexión entre los rigores del frío, una erupción volcánica excepcional y una de las composiciones musicales más famosas de la historia.

La ‘Noche de Paz’ tras la erupción de un volcán
Volcán Tambora. Foto: Hablemos de volcanes

El Tambora

El 10 de abril de 1815, el volcán Tambora, en Indonesia, entró en erupción y sacudió a toda la Tierra, provocando un acusado enfriamiento a escala planetaria los años siguientes, que condicionó la vida de la sociedad de aquel entonces.

Fue una erupción volcánica excepcional, considerada la mayor ocurrida en los últimos 10.000 años, que, según las estimaciones, inyectó a la atmósfera del orden de 150 millones de toneladas de cenizas y otros aerosoles que formaron un velo de partículas que modificaron el flujo neto de radiación solar que llega a la superficie terrestre, lo que dio lugar, al tremendo descenso de las temperaturas y a grandes alteraciones en la dinámica atmosférica, con la consiguiente incidencia negativa en la producción agrícola.

Con los 4.300 considerables metros de altura sobre el nivel del mar que tenía entonces sobre la península de Sanggar, al norte de la isla, este volcán cónico y simétrico fue llenando su cámara magmática cerrada a lo largo de varias décadas hasta que, en 1812, su actividad se intensificó tras siglos de latencia, la caldera empezó a tronar y de allí salió una nube de humo negrísimo. El Tambora se había formado unos 57.000 años atrás y según la datación con carbono-14, sólo había erupcionado antes en tres ocasiones: en el año 3910, en el 3050 y el 740 a. e. c. aproximadamente.

En este contexto climático, el mismo año en que el monte Tambora voló por los aires, en Austria –gracias a una dispensa papal–, se ordenó sacerdote Joseph Franz Mohr (1792-1848). Empezó a ejercer el sacerdocio en la parroquia de la aldea alpina de Santa Marina, donde en 1816 escribió la letra de “Noche de Paz”.

La ‘Noche de Paz’ tras la erupción de un volcán

El año sin verano

Aquel “año sin verano”, Mohr, lo mismo que el resto de europeos y habitantes de otros lugares del mundo, presenció un comportamiento meteorológico muy anómalo, sin precedentes conocidos. Aparte del citado frío, que no se ciñó únicamente a los meses invernales, sino que se extendió a otras épocas del año, incluido el “verano”, las lluvias y nevadas a destiempo y también la falta de ellas en momentos clave del año agrícola, así como la ausencia casi total de días soleados, castigaron a las cosechas, lo que dio lugar a grandes hambrunas, extendiéndose un clima de desánimo y angustia generalizado, también propiciado por las guerras napoleónicas.

La música fue el refugio que buscó aquel párroco austriaco, convirtiendo las seis estrofas que originalmente escribió de “Noche de Paz” (la versión que ha llegado hasta nuestros días solo incluye las tres primeras) en un canto o himno a la esperanza, lo que explica la gran aceptación que fue adquiriendo el villancico y su carácter universal.

El 1817, Joseph F. Mohr fue destinado como párroco a la iglesia de San Nicolás de la localidad austriaca de Oberndorf, cerca de Salzburgo. El tiempo dominante seguía siendo frío y desapacible. Las partículas del Tambora seguían marcando la pauta meteorológica, enfriando la superficie terrestre, lo que se traducía en veranos frescos, con muchos días nublados y con lluvias, e inviernos largos y muy rigurosos, que no debían invitar mucho a salir a misa a los habitantes de Oberndorf, a pesar de que el nuevo párroco se esforzaba por atraer a los fieles gracias a sus dotes musicales.Las bajas temperaturas se encargaron de estropear el órgano de la iglesia, que no había forma de afinar, ya que la madera y sus partes metálicas, al contraerse mucho, pero de forma distinta, en el gélido ambiente interior del templo, se desajustaban entre ellas, lo que obligaba a Mohr a recurrir a su guitarra para acompañar al coro.

La ‘Noche de Paz’ tras la erupción de un volcán
Mohr-Gruber (ABC)

Un coro muy particular

El año siguiente (1818) siguió por los mismos derroteros meteorológicos. Con la llegada del invierno –a las puertas de las fiestas navideñas–, el intenso frío volvió a hacer de las suyas. Ese año, Mohr había pensado para la misa de gallo que sonara en la iglesia de San Nicolás su poema Stille Nacht, heilige Nacht, para lo cual le encargó que compusiera la música a su amigo Franz Xaver Gruber (1786-1863), que era el organista y también ejercía de maestro en la escuela de la localidad.

La idea inicial era que Gruber compusiera la pieza para coro y órgano, pero, según parece, la víspera de Nochebuena, el instrumento –que seguía tocado por los efectos del intenso y prolongado frío– desafinaba y no había tiempo material para arreglarlo. Mohr le pidió entonces a Gruber que recompusiera con urgencia la partitura para que el villancico pudiera ser interpretado por el coro, pero acompañado por él a la guitarra. La leyenda cuenta que Gruber compuso “Noche de Paz” en una noche. Lo más probable es que algunos días antes ya hubiera compuesto la música –atendiendo al encargo de Mohr– y que fuera la noche anterior a la Nochebuena la que Gruber escribió la partitura definitiva. Fue interpretada por el coro de la iglesia de San Nicolás de Oberndorf y con Joseph F. Mohr a la guitarra, durante la misa de gallo de la Navidad de 1818. Lo que no sabía nadie en ese momento es que había nacido un villancico universal y que además tuvo una génesis post-volcánica.

La ‘Noche de Paz’ tras la erupción de un volcán

El 24 de diciembre, miles de turistas se trasladarán una vez más a Oberndorf, cerca de Salzburgo (Austria), donde hace 189 años fue compuesto el villancico y que todavía a día de hoy mueve a numerosas personas que se acercan al lugar donde aquella melodía nació. En 1831, un coro que se dedicaba a cantar aires populares tiroleses incorporó el villancico del padre Mohr a su repertorio durante una gira por Prusia. De allí, la canción viajó a Nueva York, donde fue interpretada por un coro tirolés en 1839 pero donde sus autores y su origen permanecieron desconocidos.

Treinta y seis años más tarde, la corte real de Prusia, que buscaba el original de la partitura, consultó al párroco de San Pedro de Salzburgo, quien, para sorpresa general, respondió que Mohr y Gruber, muertos en el anonimato respectivamente en 1848 y 1863, eran los autores del villancico que se había atribuido al compositor austríaco Michael Haydn.

Fuentes: Wikipedia // El Tiempo // Catholic.net


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