Impertérrita orgullosa de Tántalo engreída zanahoria
Sometida al perpetuo tedio de tu imperturbable noria
Enganchada a un loco amor de imposible historia
Encadenada a la desidia del tiempo sin esperanza
Por una antigua costumbre enamorada a ultranza
Al perro hábil y ladrador del hortelano tuerto
Collar de frustraciones de ilusiones muerto
A merced del viento que place fiel personaje
De un malsano vaudeville cansino atado al papel
Con elocuente lenguaje vacío por constante treta
De amable inarticulada tosca perfecta marioneta
Incapaz de representar la función completa
A plena luz del día y sin aparente careta
Víctima y verdugo de su propia condena
Cae el telón sin alcanzar la eterna meta
En la sala de espera sin primavera
Salón de te quiero sin respuesta
La frustración abrasa la gracia y se desmelena
Lo que pudo haber sido y nunca será quema
La decepción apaga la llama de la verdad
Los pasos que ya no pasan sin poso pesan
Tu llaga negra fosa desesperada
Ahora con claridad meridiana veo
Creo que ya no creo y me despego
Confiando en una nueva era alada
Del oráculo de Eros ya no me fío
Desengañado si cabe me despido
Indómito tratante de neveras
Blanco línea doméstica por fuera
Por dentro témpano a tu manera
Doméstico frío por atemperar
Del interior de tu nave espacial abandonada
Me conmueve tu centrípeto cuerpo sin fe
Un ombligo desmesurado sin régimen
Brutal condena empreña pena y cárcel
Adiposidades emocionales descuidadas
Entre armadas rígidas entretelas
Con grilletes y billetes de las uvas de los años
Tensas las cuerdas flojas
Para que se trepen a sí mismas
Hartas de esta sala de espera
Sin esperanza se tocan solas
Entre juego y juego nada serio
Sólo un último extravío
Extraño atavío loco desvarío
Valentía que surge en manía
Prometido maná atado a una jugada perniciosa
Manjar envenenado de una potente madre imperiosa
siempre presente sin latido latente
evidente sólo a veces ausente
Despunta la culpa de siete colas
Despierta la lagarta pobre de pena
en el arrepentimiento durmiente
Amor glacial de clandestina ópera
De la densa noche de Sardou presa aletargada
Del miedo sin cuartel esclava de los celos
Desatino oscuro loco de fatal destino
sin enmienda en una azotea de un castillo
Tosca de la voz confesa de Puccini
Canto desesperado sin canción
Coro de Norma en un romano templo
de romanos amagados druidas gados
dos cristianos una muerte final dos cruces
Sobre el autor
Alejandro Iglesias Bugarín es licenciado en filología germánica, amante de las letras y de las artes y las ciencias. Ha trabajado como profesor de inglés, traductor e intérprete, como coordinador de un departamento de comercio internacional con las redes de negocio de la Comunidad Económica Europea, y ha coordinado las actividades en dos empresas de abogacía. Se ha dedicado al diseño y confección de indumentaria a veces coqueteando con la pintura y el collage, donde siempre está presente la palabra. En la actualidad escribe e imparte clases siguiendo la vocación docente que no lo abandona nunca.