Revista Cultura y Ocio

La nostalgia feliz. Amélie Nothomb

Por Mientrasleo @MientrasleoS

La nostalgia feliz. Amélie Nothomb

     "Todo lo que amamos se convierte en una ficción. De las mías, la primera fue Japón. A los cinco años, cuando me arrancaron de allí, empecé a contármelo a mí misma. Las lagunas de mi relato no tardaron en incomodar,e. ¿Qué podía decir yo del país que creía conocer y que, con el transcurso de los años, se iba alejando de mi cuerpo y de mi mente?"
     Así comienza la nueva novela de Nothomb, que vuelve a presentarnos una autobiografía novelada como ya hiciera en libros anteriores. Esta vez, toma el testigo de la novela Ni de Eva ni de Adan. Hoy traigo a mi estantería virtual, La nostalgia feliz.
     Tras una larga ausencia de 16 años, Nothomb regresa al Japón en el que vivió hasta los seis. Y lo hace con una advertencia, "todo lo que amamos se convierte en ficción". Bien lo sabe la autora, cuya obra se divide precisamente en dos ramas; una primera formada por novela de ficción, y la segunda en la que la protagonista es Amélie Nothomb,
     En este caso, y utilizando como motivo el rodaje de un documental, Nothomb pasará unos días recorriendo el Japón que la vio apenas crecer, ese que recuerda más como una ensoñación que como parte de su biografía, y al que se llega con la esperanza de recuperar momentos infantiles. Buscará su barrio, sus recuerdos, su nana que ya es una anciana y también a ese joven de su juventud del que ya nos hablara en Ni de Eva ni de Adan, Rinri, su primer amor. Encuentros importantes, incómodos incluso, llenos de nervios y de sentimientos acumulados que seguiremos de su propia voz.
     Se escuda en algunos momentos en el dicho fácil, haciendo gala de un sentido del humor que lleva adosada una pequeña autocrítica, para así no profundizar más en los sentimientos. Quién sabe si por gusto o simplemente como muestra de su carácter: si es un recurso habitual o una defensa. Pero no cabe duda que le otorga un punto de realismo a esta pequeña confesión de apenas un puñado de páginas, la humaniza. Nos deja además algún retazo de la cultura, del pasaje tanto de su Japón, el que recuerda, como del de todos, el que se encuentra al regresar. No es su primer viaje, pero si el que la lleva de vuelta tras haber escrito tanto sobre este país que no ha permanecido indiferente a sus letras. Un país además marcado por los movimientos sísmicos y por una cultura muy diferente a la nuestra, puntos estos que se unen cuando la autora habla de Fukushima, visita el lugar, conoce reacciones... es un tema importante para ella y así nos lo dice.
     Esta vez me he encontrado con una Amélie Nothomb mucho más suave, sin ese trazo casi agresivo en sus palabras que la ha caracterizado en muchas de sus obras, esta vez se deja llevar y comparte sus sentimientos con el lector. Una novela que sólo se disfruta si nos dejamos contagiar y también nosotros compartimos en silencio esos recuerdos de aromas infantiles que un día vivimos y que, en el fondo, echamos de menos. Es un libro pensado para que hacer el viaje acompañados, para que visitemos barrios, parques, traspasemos fronteras reales como si fueran marcas imaginarias y acabemos mirando sorprendidos a nuestro alrededor haciendo nuestro ese dicho: a veces parece que pienso que soy el único que cumple años. Y lo aceptemos; la vida sigue, las cosas cambian y hemos crecido. Ahí está: eso que buscábamos, lo que sentimos; eso es la nostalgia.
     No lo elegiría como primera lectura de la autora, pero quienes ya la conocemos, no podremos evitar la sensación de haber accedido a un lugar un poco más privado. Me ha gustado.
     Ayer hablaba de contagio literario para referirme a esos libros que se nos pegan. Hay muchos tipos de contagio, otras lecturas nos contagian sentimientos, como me ha pasado a mi esta vez. Y vosotros, ¿hay muchos libros que os hagan sentir sus letras?
     Gracias

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