
Cuando comenzamos a ver los primeros castings de American Idol allá por enero no podíamos imaginar que al final, esta edición, iba a terminar siendo un despropósito. Y no porque los 24 elegidos (luego convertidos en 12, para finalmente ser sólo 10 los que vayan de gira) formasen un mal grupo. Había buenas voces (los finalistas, Crystal y Lee son prueba de ello), pero, teniendo como referencia a ganadores de otros años (Kelly Clarkson, Jordin Sparks o Carrie Underwood), ninguno de los dos estaba a su altura (no me olvido del runner-up del año pasado, el gran Adam Lambert).

Por el camino quedaron voces como las de Siobhan Magnus (aquí una de sus actuaciones que más me gustó), Katie Stevens, Big Mike o Didi Benami (cuyo recorrido en el concurso terminó injustamente antes de tiempo). Luego estaban Andrew García o Casey James, que siempre me gustaron/cayeron bien, aunque el primero tuvo una trayectoria muy irregular, y el segundo terminó colándose en el Top 3 "by the face", teniendo una voz algo inquietante.
Por si alguien dudaba, yo era del equipo Sox (Mama Sox FTW), pero desde hacía semanas estaba cantado quién iba a ser el próximo American Idol, por lo que mis expectativas de cara a la gala de anoche (una gala con mayúsuclas) eran bastante escasas en cuanto a lo hipotética victoria de Crystal. A mí es que Lee nunca me ha gustado. Tiene la típica cara de no haber roto un sólo plato, una personalida sosa como una pasa rancia, y una falsa modestia que poco a poco se fue convirtiendo en una confianza en sí mismo absoluta (sus actuaciones en el Top 2 de esta semana fueron muy, muy flojas, producto de la confianza). Y como era de esperar, ha sido él el ganador de la que algunos califican como la peor edición de todas las habidas de American Idol (vamos, lo que para nostros fue OT 2007).

