Revista Diario

"La oposición suscita un proyecto restaurador de clara impronta neoliberal", afirma Atilio Borón

Por Julianotal @mundopario

Entrevista con Atilio Boron“Lo más rescatable es el alineamiento internacional”Osvaldo Leónoposición suscita proyecto restaurador clara impronta neoliberal
En Argentina, el mes de marzo se cerró con movilizaciones contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.  Sobre este y otros temas de la realidad argentina giró el diálogo con Atilio Boron, Director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED) de Buenos Aires, quien, entre otros aspectos, resalta el impacto de Hugo Chávez en la vida política de su país y el continente.- ¿A qué responden las movilizaciones contra el gobierno que se han registrado últimamente?
Este es un año electoral, entonces hay una natural reactivación de los esfuerzos de las dirigencias políticas opositoras y de ciertos grupos oligopólicos mediáticos muy fuertes, como el Grupo Clarín, para tratar de frenar las iniciativas del gobierno, sobre todo en el terreno de la democratización de los medios.  Esta ley, aprobada hace tres años, está trabada en la justicia porque afecta al principal monopolio –en realidad, el principal oligopolio- que es precisamente el Grupo Clarín, que tiene un poderío inmenso en el terreno de las comunicaciones de masas. Hay otros oligopolios, pero este es el más importante.  Presiones para frenar, también, un proyecto de reforma del poder judicial enviado por la Presidenta al Congreso con el propósito de democratizar el funcionamiento del poder judicial.  El proyecto contempla la introducción de seis reformas y contiene aspectos muy diversos, algunos de los cuales suscitaron –como por ejemplo la reglamentación de las medidas cautelares o amparos- una polémica muy fuerte dentro del oficialismo y desencadenaron una frontal y militante reacción de la oposición.  Pero es una oposición, y esto hay que decirlo claramente, que está muy a la derecha del gobierno y que, por consiguiente, no puede cifrar esperanza alguna de que de ahí pueda surgir una superación del legado del kirchnerismo.  Se trata, más bien, de un proyecto restaurador de clara impronta neoliberal..
Te doy un solo ejemplo, para hacerlo más sencillo: quien fuera candidato por el Frente Amplio Progresista, (Hermes) Binner, declaró reciamente que si él fuera venezolano votaría a Capriles.  Ese es el tono que tiene la oposición, tono que no se reduce solamente al caso de Binner sino que se reproduce en sus principales referentes: todos son profundamente anti-chavistas, por supuesto anti-Correa, anti-Evo, anti-Daniel, anti-Cuba, anti-todo.  Es una oposición reactiva, que expresa el rechazo ante algunos avances hechos en ciertas áreas de la gestión gubernamental por el kirchnerismo.
Por cierto, se trata de avances modestos pues los intereses fundamentales de la economía argentina no fueron afectados; las clases dominantes no fueron tocadas ni con el pétalo de una rosa.  En ese terreno los legados de la época neoliberal son aún muy gravitantes: privatizaciones que, ante el cómplice descontrol del estado, continúan medrando a costa de los ingresos y la seguridad de los ciudadanos; leoninas condiciones a favor de las transnacionales mineras y petroleras (canon promedio: 18 por ciento, contra un 80 por ciento en países como Bolivia o Ecuador); acelerada extranjerización de la economía en todos los sectores, incluyendo la tierra; legislación financiera que legaliza la fuga de divisas; un muy grave problema de inflación que se trata de disimular mediante la manipulación del índice que mide el costo de vida y mantenimiento de una estructura tributaria fuertemente regresiva.  Hubo, con todo, algunas medidas positivas como la quita de los bonos de la deuda externa -que sin embargo no ha resuelto este tema y, para colmo, sin realizar una adecuada auditoría, como se hizo en Ecuador; la expansión de la asignación universal por hijo; una modesta mejoría en las remuneraciones de jubilados y pensionados la re-estatización de los fondos privados de pensión (una colosal estafa urdida por el neoliberalismo); la recuperación del control de Aerolíneas Argentinas y la estatización del paquete mayoritario de las acciones de la antigua petrolera estatal, YPF, en manos de la española Repsol. No obstante, en el terreno de los derechos humanos el gobierno avanzó con firmeza en la persecución de todos los violadores de los derechos humanos: uno tras otro los represores de la época de la dictadura están siendo llevados a las cortes, y esto la derecha no lo perdona.  Y también en el terreno cultural ha sido un gobierno que propuso la democratización de los medios, el matrimonio igualitario, la rebaja de la edad mínima para votar a 16 años, y, sobre todo –y a mi manera de ver lo más rescatable del actual gobierno- un alineamiento internacional muy claro con los procesos emancipatorios de América Latina: fuerte respaldo a Venezuela, a Bolivia, Ecuador y buenas relaciones con Cuba.
Dado que yo creo que la lucha anti-imperialista es fundamental para América Latina, un gobierno con limitaciones arriba señaladas pero que, de todas maneras, se coloca en el lado correcto en la gran batalla contra el imperialismo merece un apoyo crítico, señalándole las limitaciones que tiene en otros áreas, pero reconociendo que no es cómplice de los planes de desestabilización del imperio en contra de países como Venezuela, Ecuador, Cuba, Bolivia.  Pero viendo que el gobierno está avanzando en algunos temas sensibles como medios o poder judicial, la derecha ahora ha desencadenado una avalancha fenomenal de críticas, una multitudinaria movilización y un bombardeo mediático sobre “la dictadura que hay en Argentina.”  Es notable como políticos, intelectuales y publicistas se rasgan las vestiduras ante la “dictadura de Cristina” que, sin embargo, no obsta para que esos personajes publiquen incendiarios editoriales en la prensa, se organicen, convoquen a grandes actos públicos, sin padecer la menor molestia por parte de las autoridades públicas.  Curiosa dictadura, sin duda, la que existe en la Argentina.
- Decías que la democratización de la justicia tiene puntos debatibles, ¿específicamente, cuáles son éstos?
Hay un punto que se refiere al tema de las medidas cautelares, el llamado amparo.  Ha habido todo un debate porque el gobierno pretendió restringir la duración de los amparos, de las cautelares; pero resulta también que las cautelares favorecen a los movimientos sociales, a los trabajadores, a los pobladores, a la gente de menos ingresos, a los oprimidos, a los explotados, entonces que quieren protegerse de medidas que los afectan.  En torno a eso se suscitó una intensa discusión dentro del kirchnerismo, y en algo se pudo corregir la propuesta original.  Claro que, a diferencia de la ley de medios que surgió después de un debate nacional durante dos años y medio, esta ley prácticamente fue propuesta por el gobierno sin ninguna consulta dentro y fuera del espacio kirchnerista, lo cual a mi manera de ver la debilitó irreparablemente y precipitó la virulenta resistencia y la convergencia de respuestas del heteróclito campo opositor.
- ¿Se trata de una respuesta al bloqueo que se ha dado en la justicia respecto a la ley de medios?
Si, totalmente.  Y al hecho también de que es innegable que la justicia argentina requiere necesariamente de una democratización, comenzando por el ingreso mismo a las filas de la administración de justicia, muy controlado por lo que se llama la familia judicial.
- ¿Una casta…?
Una casta muy privilegiada.  Por ejemplo, los jueces y los funcionarios del poder judicial están exentos del pago del impuesto a las “ganancias”, absurdo mayúsculo de la legislación tributaria porque mientras exceptúa del pago de impuestos a los beneficios de los plazos fijos o a las ganancias del capital ¡castiga fuertemente a los salarios de los trabajadores!  Fíjate lo absurdo de la legislación económica argentina: el sueldo de un trabajador manual (como por ejemplo un recolector de residuos que tiene un sindicato muy poderoso) paga“ganancias”.  Un juez que gana diez veces más de lo que ganan esos trabajadores, no paga impuesto a las “ganancias”.  Si bien la ley no dice nada que los jueces deban pagar ganancias, pero ellos se ve venir una política de reforma.  Ahora la ley ha salido en el Congreso, pero creo que la van a detener en los estrados judiciales, o sea, va a ser lo mismo que pasó con la ley de medios.  Desgraciadamente la presidenta no ha querido llamar a un referendo sobre estos temas, como se hizo en Ecuador, que me parece pudo haber sido una medida buena para evitar que el poder judicial interfiera en la aplicación de ambas leyes.
- Otra de las críticas a la gestión de la Presidenta es que hay un descontrol de la economía. ¿Cuál es tu lectura?
Ha habido un problema muy serio con las divisas, con el dólar, porque el gobierno durante prácticamente diez años no estableció ningún control sobre los giros, las remesas que hacían las empresas transnacionales que operaban en la Argentina.  Y en un momento determinado se dieron cuenta que no tenían dólares suficientes para hacer frente, por ejemplo, a las demandas de dólar para importar productos básicos.  Entonces impusieron algunas restricciones que son razonables, aunque su origen es la complicidad con la fuga de divisas, pero no así la forma como se implementa esta política.  Lo cierto es que la Argentina es un país que prácticamente no ha tenido moneda estable en los últimos ochenta años, salvo por breves intervalos de tiempo.  Es una economía con una enorme propensión inflacionaria y en donde la devaluación de la moneda local es una premisa confirmada por la historia, por eso la gente ahorra en dólares.  Tanto es así que el Código Civil de la Argentina establece que es legal adquirir ciertos bienes (automóviles, viviendas, maquinarias, etcétera) en pesos o bien en dólares.  Por eso cuando el gobierno habla de la “ilegalidad” de las transacciones en el dólar no oficial parece olvidar que tal cosa todavía sigue siendo legal en la Argentina.Algunos sectores pertenecientes a las bajas capas medias, o inclusive de ciertos segmentos de la clase trabajadora, por ejemplo, podían ahorrar unos 100 o 200 dólares, iban al banco, compraban sus dólares porque de esa manera no se les esfumaban los ahorros, carcomidos por una inflación que en el año pasado rozó el 25 por ciento.  Bueno todo eso ahora se acabó.  Para comprar dólares se requiere una autorización especial al alcance de muy pocos.  ¿Y a quién ha afectado esto fundamentalmente?  A la base electoral del kirchnerismo.  No a las grandes empresas que siguen moviéndose con los dólares con total facilidad, porque a pesar de estas restricciones cambiarias ellos se mueven en otro nivel: hacen transacciones de diferente tipo, se manejan con paraísos fiscales, apelan al mercado negro si es necesario y consiguen los dólares que quieren, porque además aunque los paguen caro, los venden más caro todavía.  Pero sectores de la baja clase media que ahorraban un poquito en dólares para poderse comprar una modesta vivienda no lo tienen.  Y eso ha generado un malestar muy grande en ese sector social que es, precisamente una de las bases sociales del kirchnerismo.
En todo esto también incide el estilo de la gestión gubernamental: avasallador, poco propenso a la negociación, muy poco político, y esto ha generado ese malestar en una clase media que en Argentina es muy importante, poco más de la mitad de la población, y esto ha generado una respuesta muy anti-gobierno. De todas maneras no hay que perder de vista que el país experimentó una período de casi diez años de altos niveles de crecimiento económica. Por supuesto hay muchos problemas, pero también los hay en Alemania (por ejemplo, su escandaloso aumento en los índices Gini de desigualdad) y hay problemas también en Estados Unidos, ¿Cuál es la economía que, en el marco de la crisis actual del capitalismo, no tiene problemas?
Yo creo que uno de los errores más irritantes ha sido la absoluta negación del problema de la inflación, no querer reconocer que éste es un problema real.  El gobierno cometió un error muy grande: intervino el INDEC, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, y a partir de ahí los índices oficiales de la inflación perdieron toda credibilidad, aún entre los más fervorosos kirchneristas.  Tampoco ha habido un combate eficaz en contra de la pobreza; ha sido un paliativo pero no un combate a fondo porque para hacer ese combate se requiere contar con mucho más dinero, y para tener ese dinero habría que hacer una reforma tributaria que el gobierno no está dispuesto a hacer porque su nivel de enfrentamiento con la clase dominante es, como decíamos más arriba, muy limitado. Ese enfrentamiento es bastante menor de lo que señalan los medios hegemónicos que proyectan la impresión de que hay un conflicto tremendo entre clase dominante y gobierno.  Pero no es así, para nada.  Hay algunos sectores del capital que están enfrentados al gobierno, pero yo diría que básicamente eso se da en el agro. Pero cuando uno mira a las fracciones industriales, bancaria, financiera y comercial de la burguesía es difícil ver ese enfrentamiento.  Pero la prensa lo representa como si hubiera un brutal choque entre los sectores del capital y el gobierno, pero no es así.  Grandes capitalistas han manifestado su apoyo al gobierno.  La impresión que transmiten los medios es equivocada.
- ¿Y cuál es el eco que podría tener el nombramiento del Papa Francisco?
Yo personalmente no creo que tenga mucho eco.  Se especuló mucho en eso, de que podría ser el nuevo Juan Pablo II.  Pero es una comparación a-histórica.  La comparación real es que Juan Pablo II pudo hacer lo que hizo porque treinta años atrás el mundo era muy diferente al de hoy.  Es una época completamente diferente…, con Reagan y Thatcher, y la Unión Soviética desangrándose en la “Guerra de las Galaxias.”
- ¿Ni en Argentina?
Ni en Argentina, porque además Francisco ahora tiene otras preocupaciones.  No puede entrometerse dentro de la derecha argentina para dirimir quien será el que se vaya a enfrentar al oficialismo.  Tiene una enorme agenda de problemas: la vinculación de la mafia con el Banco del Vaticano, los juicios por pederastia, la crisis del celibato sacerdotal, el papel de la mujer, el gobierno de la iglesia.  Tiene demasiados problemas como para concentrarse en lo que ocurra en la Argentina.
- Ahora, ¿hasta qué punto es real que en la Argentina últimamente se ha registrado una politización de la juventud?  Lo cual no se ve en muchos otros países.
Es real.  En la Argentina es muy notable. Hay dos hitos históricos fundamentales.  Veinticinco de mayo del 2010, celebración de los doscientos años de la primera independencia.  Y el veintisiete de octubre de ese mismo año, muerte de Néstor Kirchner.  Eso produjo un shock fenomenal que potenció la re-politización de la juventud argentina, en un fenómeno que no se veía desde finales de los sesenta y principios de los setenta, que terminó luego con un baño de sangre que arranca en la época de los militares pero que ya venía un poquito antes con el gobierno de Perón y de Isabel Perón, en 1975.  Desde aquella época no había habido un florecimiento tan impresionante de la politización de la juventud, que me parece que es un fenómeno muy positivo.
Pero además hay una latinoamericanización, que yo creo que es la gran herencia que nos deja Hugo Chávez.  La idea de una América Latina como algo más que una consigna abstracta, sino como un proyecto concreto. Chávez es inmensamente popular en la Argentina y fue un factor importante en ese fenómeno de la politización de la juventud.
- ¿Esta politización básicamente se registra en el campo del kirchnerismo, con La Cámpora...?
No, no…  Abarca sectores ideológicos muy diversos.  No es solo el kirchnerismo.  La izquierda está registrando por primera vez en muchos años – en 30 años – un fenómeno muy fuerte de incorporación de núcleos juveniles, y hay un cambio en la cultura política.  Yo estoy, por ejemplo, cooperando con un proyecto que ha lanzado el Partido Comunista de Argentina que es el Centro de Estudio y Formación Marxista (CEFMA). A mí siempre me obsesionó el tema de la formación marxista tan débil y deficiente que yo encuentro en la izquierda latinoamericana, que desconoce ese fenomenal arsenal teórico que nos lega el marxismo.  Y en el CEFMA hemos tenido una respuesta notable.  Tan es así que se han abierto varias sedes en diversas ciudades del país.  Y creo que en otras organizaciones de izquierda está pasando lo mismo, la juventud que vuelve a incorporarse a proyectos de izquierda, disímiles, diferentes, pero bueno, que aún dentro de su diversidad es un rasgo muy positivo.  O sea no es un fenómeno privativo del kirchnerismo, que abarca también a otros sectores.  Y por supuesto la derecha también ha logrado captar algo de esta movilización juvenil.
- ¿Consideras que este fenómeno de politización de la juventud en la izquierda va a conducir a replanteamientos?
Yo espero que sí.  Yo creo que sí.  Aunque la izquierda en general ha sido bastante refractaria a autocriticarse.  Claro que en general pocas fuerzas políticas en el mundo se auto-critican, no es la más importante virtud de los partidos políticos, pero creo que es algo que debería fomentarse.  Yo estoy proponiendo esto, incluso la auto-critica entre diferentes organizaciones de izquierda, porque creo que todos los que estamos en ese espacio tenemos que auto-criticarnos, nadie está a salvo de haber cometido errores.  Ha sido difícil porque en general prima todavía demasiado una actitud bastante sectaria, a la que no le gusta demasiado la auto-crítica.
- Hacías referencia al impacto de Chávez en Argentina. ¿Cómo lo ves a nivel regional, con relación a los procesos de integración, por ejemplo?
Chávez nos deja dos grandes herencias: primero lo que te decía recién, la recuperación de un proyecto de emancipación de América Latina.  Seamos muy claros en esto. América Latina es re-inventada primero por Fidel y el Che con la revolución cubana.  Antes América Latina era una entelequia conceptual, una idea retórica privada de cualquier clase de eficacia.  Con la revolución cubana, América Latina aparece con perfiles muy marcados y concretos.  Fidel y el Che en eso hicieron una tarea fenomenal al plantear la unidad de origen y destino de los pueblos de Nuestra América.
Pero la tarea quedó inconclusa.  Entre otras cosas porque Cuba tenía limitaciones materiales para poder sostener ese proyecto a lo largo de 50 años, en los cuales fue bloqueada, hostigada, perseguida.  Chávez de alguna manera levanta esa bandera y como decía antes, le otorga un contenido concreto.  América Latina quiere decir PetroSur, quiere decir Banco del Sur, quiere decir PetroCaribe, quiere decir TeleSur, Radio del Sur, o sea, le dio contenido concreto a la idea de América Latina.  Y eso empezó a pegar muy fuerte en vastos sectores de las sociedades latinoamericanas.
Y en segundo lugar, a Chávez le debemos la reinstalación del socialismo como horizonte de nuestra época.  ¿Quién hablaba, después de la implosión de la Unión Soviética, después de la conversión de los partidos socialistas y comunistas sobre todo de Europa en fuerzas neoliberales, quien hablaba de que el socialismo era la única alternativa ante la crisis del capitalismo?  ¡Nadie!
Sin embargo la experiencia práctica convenció a Chávez -porque él al principio no estaba convencido, yo conversé algo con él sobre este tema-de que no hay solución dentro del capitalismo.  Y vuelve a reinstalar con fuerza la idea del socialismo, del nuevo socialismo, del socialismo del buen vivir – como le llaman en Ecuador –, el bolivariano, como le llamen, pero revitaliza el socialismo.  Y creo que eso ha pegado muy fuerte en América Latina.
¿Por qué pegó tan fuerte?  Porque además Chávez era un gran creador de instituciones.  Él fue fundamental en la creación de la UNASUR, fue fundamental en conjuntar a los gobiernos de América Latina, establecer una comunicación fluida entre ellos.  Fue fundamental en la creación de la CELAC.  Fue fundamental en ir a EEUU y en la Asamblea General de las Naciones Unidas decir 'Acá pasó el diablo. Por acá hay olor a azufre todavía'.  Un anti-imperialismo llevado hasta las propias entrañas del imperio, y eso evidentemente tuvo un impacto notable.
Por eso yo creo que Chávez completó la tarea que iniciaron Fidel y el Che, e instala hoy en día una plataforma ideológica nueva en América Latina.  Hace diez, quince años, no podía decirte las cosas que estoy diciendo… bueno, ¡yo las seguía diciendo!  Iba a universidades o sindicatos a hablar del imperialismo, y me miraban como si fuera fugitivo del parque jurásico.  ¿De qué habla éste?  ¿Del imperialismo?  ¡Pero si ya hay globalización, ya los Estados nacionales han desaparecido, hay grandes entidades supranacionales que son las que rigen el mundo!   Y te acusaban de“estalinista” o de agente soviético simplemente por volver a las fuentes del marxismo.  Hoy en día todo esto ha cambiado notablemente.  Es un cambio cultural fenomenal.  Y es bueno, porque además creo que la historia nos ha enseñado, con muy duras lecciones, que el imperialismo es cada vez más agresivo, virulento, sanguinario.
Mira Honduras, mira Paraguay, mira las bases militares por toda la región.  En mi libro “América Latina, la geopolítica del imperialismo” hago el recuento, mejor dicho, cito el recuento de varios investigadores que están estudiando el tema.  Al momento en que el libro entra en prensa en octubre del año pasado había 75 bases militares norteamericanas en América Latina y el Caribe.  75, no una, no dos, no cinco, no diez, sino 75.  Y pocas semanas después de que el libro llegara a la calle ya eran 76: ya habían instalado una base más.  Si eso no es el imperialismo…  Y eso creo que la gente lo asimiló, y creo que Chávez de alguna manera nos dijo 'miren, esta es la realidad del imperialismo, nos podemos zafar de ella”.  Como dijo Fidel en su encuentro con los intelectuales del años pasado, “nuestro deber es luchar, luchar hasta el fin”.
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