Revista Política
El Fomento del Trabajo Nacional es la patronal histórica catalana. Actualmente se llama Foment del Treball, pero esto es pura travestización aggiornadora de sus orígenes e ideología. Dirigentes y afiliados del Fomento de los años 20 y 30 del pasado siglo contrataban pistoleros que asesinaron sindicalistas por centenares en las calles de Barcelona, y la misma organización patronal animaba y financiaba a sicarios como el gobernador Martínez Anido, el inventor de la célebre "Ley de Fugas" (mediante la cual los obreros detenidos eran liquidados a balazos cuando supuestamente intentaban huir, en ocasiones maniatados y con grilletes en los pies, de las Fuerzas de Orden Público).
Los tiempos cambian, y las patronales se ponen al día. Luego de la etapa dorada del franquismo (ya saben, los tiempos del Sindicato Vertical para los trabajadores, la Modelo para los disidentes y el fusilamiento en el Camp de La Bota o los fosos de Montjuïc para los recalcitrantes), el Fomento se convirtió en Foment, abrazó la moderación en versión catalanista o españolista, según gobiernos ejercientes, y comenzó a impartir doctrina económica y social. Su actual presidente, don Juan Rosell, es asimismo vicepresidente de la Patronal de Patronales española, la CEOE, o sea que un pedo que se tiren en el Foment en Barcelona seguro que resuena en la sede madrileña del empresariado español. Por cierto, el local del Foment está situado en Via Laietana, casi enfrente de la famosa comisaría en la que reinaba "la Secreta" (la Brigada Político-Social), por cuyos sótanos desfilaron en tiempos del Generalísimo tantos obreros descarriados que osaban plantar cara a los empresarios del Foment.
El caso es que el señor Juan Rosell si de algo entiende es de economía. O no. Juzguen ustedes mismos.
En declaraciones que recoge hoy "El Periódico de Catalunya", el señor Rosell "reclama un adelgazamiento del sector público español, así como la puesta en práctica de medidas que hagan más eficaz el funcionamiento de las administraciones públicas". O sea que el presidente de los patronos catalanes considera que el Estado está gordo y que hay que ponerle a dieta. Para hacer boca, o mejor dicho, para estrecharla, el "Capo de tutti capis" catalán propone "la posibilidad de reducir ayuntamientos, mancomunidades y otros niveles de administración que generan un alto coste a los contribuyentes". Pues venga, fuera ayuntamientos, mancomunidades, diputaciones, consejos comarcales y lo que haga falta. Todo sea por el adelgazamiento.
Pero el señor Rosell es hombre de miras muy amplias, y no se queda ahí. "No tengamos miedo a plantear cosas que antes eran impensables. Es hora de arriesgar", nos anima este pozo de sabiduría. "Rosell fue también muy crítico con el modelo de gasto social actual", continúa el diario. El gasto social es el cáncer que impide el desarrollo del libre mercado; el Estado y su manía de dilapidar el dinero en beneficio de las clases trabajadoras, ya saben. Pues nada, para extirpar el tumor hay que meter bisturí, radiación, y pistola. Perdón, lo último se me ha escapado; es que Martínez Anido hablaba en sus tiempos de "extirpar el proletariado que nos desafía" o algo así, y se me fue la cabeza. Nada de pistolas: Rosell es un caballero moderado, y se conformaría con irradiar a los sindicatos hasta convertirlos en un churrasco. Y luego subastar el Estado en Ebay, o algo así.
Pero lo mejor, como en todas las historias, es el final. Dice Rosell para concluir que "los parados han de convencerse de que son trabajadores del Estado y hay que obligarles a formarse o a prestar servicios en la Administración, por ejemplo en tareas de dependencia". Acabáramos. Los parados contemplados no como "el ejército de reserva del capitalismo", según decía aquel alemán barbado, judío y quizá masón, sino como funcionarios a sueldo del Estado. Y funcionarios que no se están ganando el pan que comen, según Rosell. Hay por tanto que poner a trabajar a los parados, sí, pero en la Administración. O sea, lejos de la empresa privada. La teoría de Rosell puede resumirse en que el parado es como un zurullo: una vez expulsado del recto patronal debe ser recogido por el Estado, quien se lo quedará en sus manos para siempre jamás. A eso se le llama visión de futuro.
Ocurre sin embargo que aquí el señor de las barbas al que aludía antes encontraría en el discurso de Rosell una de esas cosas que él llamaba "contradicciones". Porque señor Rosell, seamos serios, si adelgazamos al Estado hasta dejarlo en los huesos, como si fuera un fakir a orillas del Ganges ¿cómo coño va a hacerse cargo entonces ése mismo Estado de los parados que ustedes, amigos del Fomento y la CEOE, están defecando por millones?.
¡Cuánto más claras y fáciles eran los cosas en tiempos del añorado Martínez Anido!.
La fotografía que ilustra el post muestra a un grupo de personas depositando flores en el lugar de la calle de la Cadena de Barcelona en el que en marzo de de 1923, fue asesinado Salvador Seguí, "El Noi del Sucre", dirigente anarcosindicalista muerto por pistoleros del llamado Sindicato Libre, que actuaban a las órdenes de Fomento del Trabajo Nacional y protegidos por el gobernador civil, general Martínez Anido.