GLEB GARANICH/REUTERS vía The Objective
Esa mirada me recuerda a la de Roma, el niño de ‘Leviatán’, la ambiciosa y pesante película de Andrei Zvyagintsev, que contempla cómo las vanas ilusiones de su padre se van desmoronando frente al empuje de lo terrenal. En ese pueblecito a orillas del mar de Barents, al norte de Rusia, la belleza serena del paisaje se mezcla con la ruina de lo material: barcas encalladas, edificios abandonados y el esqueleto de un cetáceo que quedó varado en una ría. Sigue leyendo en El Subjetivo…
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