Juan B. Lorenzo de Membiela
Una de las tragedias que arrastra nuestra cultura es la negación del dolor y con él, su sentido y propósito. La adversidad y los accidentes integran el trayecto vital del hombre. Excluirlo, amputaría una dimensión que condiciona conductas y finalidades, crea expectativas y proyectos, produce madurez y es un camino que te descubre como persona. El sufrimiento como experiencia modela el carácter de la persona y la hace menos egoísta y compasivo con los demás .