Revista Política
La dimisión forzada del presidente valenciano, Francisco Camps, anuncia que en el Partido Popular (PP) pintan bastos. La trama de corrupción político-empresarial en la que se halla empotrado el PP español y de modo especial el valenciano, está comenzando a desmoronar sus posibilidades de ganar ampliamente las próximas elecciones generales, e incluso de simplemente ganarlas.
La imagen de la casta política que maneja el PP comienza a resentirse tras años de impunidad. La halitosis a corrupción que desprenden está empezando a hacer mella en la conciencia de los españoles, quizá incluso en algunos votantes de derecha. Es por ello que la cada vez más plausible posibilidad de que las generales se celebren a finales de noviembre, ha aconsejado a los estrategas de la derecha española este movimiento sacrificial, desprendiéndose ya de un elemento putrefacto cuya continuidad en la política podía ennegrecer significativamente sus posibilidades electorales, más cuando ya saben que el adversario que tendrán enfrente como cabeza de lista del PSOE será Alfredo Pérez Rubalcaba.
De todos modos quien ha echado a Camps de la política no ha sido Mariano Rajoy, sino los intereses económico-ideológicos que más que orientar, gobiernan ese instrumento de acción política al servicio de las clases dominantes que es el Partido Popular. No es baladí saber que el emisario que ha obligado a Camps ha ingerir la cicuta ha sido Federico Trillo, hombre del Opus y de los poderes más oscuros, además de conocido mangante en su etapa de presunto ministro de Defensa, cuando la corrupción en ese ministerio estrelló un avión-basura con 62 militares españoles a bordo; todo presuntamente, claro, faltaría más.
Francisco Camps ha pagado por todos los gurtélidos, es decir por los inmumerables políticos orgánicos y cargos públicos miembros del Partido Popular inmersos en la trama simbiótica conocida como Gürtel; al menos eso es lo que pretende el PP con esta dimisión. Mediante ella intentan comprar tiempo, llegar a las elecciones con el olor a podrido que emana desde la comunidad valenciana controlado. Vano intento. El aroma fétido va a ir creciendo, y además irán apareciendo en escena "arrepentidos", delaciones y ajustes de cuentas internos; algunos, como Ricardo Costa, el ex secretario general del PP valenciano, ya han manifestado públicamente esta misma semana que no están dispuestos a cargar su cruz y apechugar con las consecuencias de convertirse en corderos sacrificiales que limpien los pecados del partido.
Francisco Camps ha mentido como un puerco en el caso de los trajes, menor en comparación con toda la mierda acumulada en sus manos (visita del Papa, Copa América, circuito de Fórmula 1 en el puerto de Valencia, pabellones de Turismo valenciano en FITUR, Congresos y campañas electorales del PP valenciano y "nacional"...), pero altamente significativo de sus relaciones con la trama mafiosa político-empresarial liderada en España por Correa y con el Bigotes como su procónsul en Valencia. El Curita, como llamaban en Gürtel a Camps, y los hombres y mujeres que le han sido fieles y se han lucrado por ello, fueron (está en el sumario) colaboradores necesarios e imprescindibles en todos esos contratos multimillonarios, y además puente facilitador de esos granujas con el hiperpodrido empresariado valenciano. Un verdadero diluvio de millones de euros sucios para bolsillos de trajes de corte italiano gratis total.
Efectivamente, y según el dicho popular, a cada cerdo le llega su San Martín. Permanezcan atentos a la información, porque Francisco Camps no es más que el primero de la piara en ser sacrificado. Para desesperación del Partido Popular van a venir otros muchos no solo en Valencia, y serán más rollizos todavía que el Curita.
En la fotografía que ilustra el post, Mariano Rajoy saluda a los asistentes a un mitin del PP en Valencia. Tras él asoma la cabeza El Bigotes, máximo responsable de la trama Gürtel en el País Valenciano (que desde hace años organizaba los actos del PP en esa y en otras comunidades autónomas). A la izquierda de la fotografía aparece el ex presidente valenciano, Francisco Camps.