Revista Cultura y Ocio

La plaza

Por Tiburciosamsa
La plaza
La guerra de Corea supuso un gran trauma para el pueblo coreano. Fue una guerra de una crueldad extrema que, para colmo, no resolvió nada. La frontera entre las dos Coreas sigue pasando más o menos por donde pasaba el 24 de junio de 1950 y las posibilidades de una reunificación de la Península coreana están igual de lejanas que hace 62 años.
Choi In-hun tenía catorce años cuando estalló la guerra de Corea y tuvo que escapar de Corea del Norte a Corea del Sur. En 1960, en el intervalo entre las dictaduras de Syngman Rhee y la de Park Chung-hee, Choi publicó “La Plaza”. 
La novela cuenta la historia de Lee Mongjun, un estudiante de filosofía que vive en Seúl y cuyo padre es comunista y trabaja en Pyongyang para la propaganda norcoreana. Lee encuentra que Corea del Sur es corrupta y materialista. No hay ideales, sólo hipocresía. Lee es acosado y torturado por la policía secreta coreana a causa de su padre. Entra clandestinamente en Corea del Norte y allí termina por descubrir que el Sur y el Norte son la misma mierda. Lee es capturado durante la guerra de Corea y, cuando le dan a elegir a cuál de las dos Coreas quiere ser reparado, para consternación de todos, elige un tercer país neutral.  
La novela en su día causó furor en Corea. Apenas habían pasado seis años de la guerra y ésta seguía siendo un tema doloroso y tabú. Cuando quien la lee es un no coreano y además la lee 50 años después de la guerra, lo que le saltan más a la vista son las torpezas técnicas del autor de lo que no deja de ser una novela de tesis. 
El eje de la historia es evidentemente Lee. Choi lo pinta como un misántropo inadaptado. Se trata de un tipo de personaje muy difícil de manejar para un escritor, porque la identificación del lector con él es casi imposible. Por ello es importante que sea un personaje redondo, un personaje tan bien elaborado que el lector se sienta involucrado por la historia, aunque no llegue a identificarse con el personaje. Por desgracia, Lee no es un personaje bien trabado. Es desabrido y dado a cocerse en su propia salsa de pensamientos, pero le falta profundidad y el lector se queda un poco perdido en cuanto a sus motivaciones últimas. 
Resulta interesante que, mientras que queda muy claro porqué a Lee no le gusta Corea del Norte, las razones de su disgusto por Corea del Sur son un poco más ambiguas. Tal vez Choi no quisiera cargar demasiado las tintas contra el país en el que a fin de cuentas residía. O yo, que soy muy mal pensado.
Tal vez la parte más interesante del libro sea aquélla, al final, en la que Lee analiza Corea del Norte y comprende que no puede regresar: nadie le espera allí y ha perdido la confianza en esa sociedad. Se siente como un creyente que hubiera dejado de creer en Dios. Establece una comparación entre el estalinismo y el catolicismo que le parecen dos sistemas gemelos (si Stalin y Juan Pablo II levantaran la cabeza…):
11)   La época del paraíso terrenal/ La sociedad comunista primitiva.22)   La caída/ La creación del sistema de propiedad privada.33)La humanidad que vive con el pecado original/ La humanidad dentro de la sociedad dividida en clases.44)La historia de los pueblos del Antiguo Testamento/ La historia de las sociedades esclavista, feudal y capitalista.55)   El nacimiento de Jesucristo/ La aparición de Karl Marx.66)   La cruz/ La hoz y el martillo.77)   La confesión/ El sistema de autocrítica.88)   El Papa/ Stalin99)   El Vaticano/ El Kremlin.110)El reino de los cielos/ La sociedad comunista avanzada.
Al final de la novela parece apuntarse que el amor podría ser una manera de superar esta dicotomía, pero siendo la novela obra de un escritor coreano, termina mal. No podía ser de otra manera.

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