Revista Cine

La posesión de Emma Evans (2010)

Por Danniedarko

En los últimos años hemos visto apareceer varias historias sobre exorcismos como El último exorcismo o El exorcismo de Emily Rose. El demonio está de moda dentro del cine de género y los españoles no iban a ser menos.
La posesión de Emma Evans, como marcan los cánones, nos presenta a una familia de clase media muy convencional salvo porque (desde un punto de vista español) los hijos no van al instituto porque estudian en casa. Todo transcurre con normalidad hasta que la hija mayor empieza a sufrir una dolencia de origen desconocido que ¡oh sorpresa! es causada por el mismo diablo que ha poseido a la joven.
En principio nada nuevo: chica poseida, clérigo sacrificado, familia desesperada... Una historia bastante común que se nutre de todos los elementos y clichés del género. La sombra de El exorcista, tantos años después, sigue siendo muy alargada.


La posesión de Emma Evans (2010)

Ahora bien, hay dos elementos que aportan una visión diferente de la que estamos acostumbrados: el tono documental de la cinta y el uso de la luz.
La película, tanto desde la textura de la imagen como en los movimientos de cámara que utiliza, intenta alejarse de la mirada cinematográfica para acercarse a un tono más de documental y de reportaje con el objetivo de darle un aspecto más realista a la historia. Esta intencionalidad del director casa muy bien con la primera parte del film, en el que no se nos presenta una posesión, sino un caso clínico con sus síntomas y su tratamiento posterior, con el drama familiar que ello conlleva.
En cuanto al uso de la luz, es interesante porque predomina en las escenas más tensas y terroríficas. Lo habitual es que el miedo venga acompañado de la oscuridad, y para estar a salvo haya que buscar la luz, pero... si el miedo se da a plena luz del día ¿dónde nos escondemos?
La oscuridad nos prepara, con ella presente sabemos que va a pasar algo y eso nos da cierta protección, pero durante el día todo se vuelve imprevisible. Manuel Carballo se sirve de la luz para hacer más terroríficas las escenas de posesión y para, al igual que el tono documental, para dotar de mayor realismo a la cinta.
Pero, como decíamos, La posesión de Emma Evans no difiere mucho de propuestas anteriores en cuanto a su argumento. Al menos hasta que llegamos cerca del final donde hay un giro valiente e inesperado, que, por desgracia, llega demasiado tarde, lo hace cuando ya hemos perdido el interés en los personajes.
www.lanocheamericana.net


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