La puerta de los tres cerrojos, fantasía cuántica de Sonia Fernández

Una de las novelas juveniles que va ganando seguidores conforme pasa el tiempo es La puerta de los tres cerrojos.

Incluso aunque sea difícil de definir conceptualmente, más allá de “literatura juvenil”, los lectores interesados en el surrealista viaje de Niko son cada vez más numerosos.

Física cuántica para adolescentes

Sonia Fernández Vidal reconoce que uno de los motivos por los que escribió este libro es que de joven leyó sobre filosofía cuántica, pero gracias a la frescura en sus explicaciones de los autores, incluso sin saber mucho de ciencias, pudo entender conceptos.

Ella se preguntó si sería capaz de hacer algo así por los jóvenes de nuevas generaciones y es así cómo surge “La puerta de los tres cerrojos“.

Se trata de una aventura inicialmente inexplicable, pero que poco a poco tanto el protagonista Niko, un joven de 14 años, como los propios lectores, van entendiendo, asumiendo y descubriendo, a pesar de que la física cuántica sea el vórtice sobre lo que todo gira.

La aventura cuántica de Niko

Niko es un joven algo solitario, que una mañana decide ir al instituto por un nuevo camino, tras descubrir un enigma en el techo de su misma habitación.

Al hacerlo descubre una casa en la que nunca antes se había fijado. La curiosidad no solo le anima a acercarse a ella, sino que consigue entrar e inmiscuirse en una aventura con hadas, elfos, magos y gatos que aparecen y desaparecen.

Conforme se adentra en los misterios de la casa, descubre que su aventura no es solo una experiencia individual. De ella dependerá el equilibrio del mismo universo.

Literatura científica juvenil para nuevas generaciones

Es lógico que mucha gente identifique en La puerta de los tres cerrojos a la novela clásica de Alicia en el país de las maravillas. Sin embargo, hay diferencias sustanciales.

Por un lado, el hecho de que la ciencia tiene mucha mayor presencia en esta novela, pese a que no deja de pertenecer al género de la fantasía.

Por otro lado, porque exceptuando los personajes (sobre todo el gato), todo el entorno fantástico de La puerta de los tres cerrojos presenta un universo en sí mismo en constante evolución.

No es un “país de las maravillas”. Es nuestra propia existencia, explicada desde la física cuántica y para que cualquier lector, por joven o poco experto en ciencia que sea, pueda disfrutar con ella.