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La quiebra

Publicado el 13 mayo 2010 por Bonhamled
El mensaje del presidente José Luis Rodríguez Zapatero atendiendo, quizás demostrando un sometimiento que no era necesario, a las indicaciones de la UE, Banco central español y europeo, la primera ministro alemana Merkel o el francés Sarkozy e incluso el omnipresente Barack Obama, Presidente de EEUU, ha dado por finiquitado una era, una quiebra de un periodo económico político en España que tiene algunas características dignas de reseñar.
Los años de vacas gordas, de riqueza económica, de paro morigerado y de posibilidad de gasto social interesante y expansivo, incluyendo un dispendio excelso con el erario, han acabado. En esta era la epifanía terrible de la crisis económica, externa, agravada por la situación de debilidad congénita de la economía española, estructural, laboral, financiera, etc, trajo la necesidad de tomar acción rápida en términos totalmente contrarios a esa expansión del estado de bienestar que era primero y desconocido en España. No se actuó con diligencia y criterio.
Nos creímos ricos y pensamos que podría hacerse una sociedad más justa, y más cara. También pensamos que el número de funcionarios podría multiplicarse, el número de asesores explotar, las obras públicas, ayudas y regalías crecientes como si mañana la cornucopia de la fortuna económica nos siguiera dando un abrazo amistoso sincero y sin fin: espejismo mentiroso.
Sin embargo esa crisis externa e interna nos golpeó de manera fortísima, haciendo subir el desempleo hasta el exorbitante 20%, al borde de un colapso económico-social en cualquier otro país con menos PIB irregular y menos apoyo de las familias, haciendo crecer el déficit hasta el insostenible 11% actual y con un panorama de mayor crecimiento aún. Todos esos parámetros han topado con una actitud anquilosada y, ciertamente, ajena a la realidad del Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. En parte por su empecinamiento de que el sueño de hadas del país rico pasando un bache no era tan grave y podría resolverse o bien con mínimas acciones, los pactos que ni le perjudicaran electoralmente o con acciones que no aumentaran la conflictividad en las calles, en estado metaestable con los grados de desempleo y descontento alcanzados. Es decir con los sindicatos actuando de guardianes, interesados, de sus intereses calmando cualquier grito o queja y dando entender que los gritos y las peticiones de la oposición atendia “sólo” a un interes de desgaste electoral, que lo hubo pero no solo eso y esta segunda parte fue obviada.
Por otro lado el mantenimiento de esa situación de inacción ha ido poco a poco agotando las capacidades per se de la economía española para resolverse por si misma y ha sido la prueba de la estrategia de opacación del gobierno de todos aquellos que manifestaban pensamientos pesimistas sobre la salida de la crisis, sobre la recuperación de los guarismos de ocupación anteriores, sobre el mantenimiento del déficit del país. Hasta el punto de ser catalogados como antipatriotas por pesimistas, de cenizos por negativos. En parte dirigidos a una oposición que no ha dejado nunca de ver el asunto en clave política y electoral, aunque no solo, y apoyando poco a un gobierno que, no nos engañemos, no quería acompañantes sino palmeros de su punto de vista y operaciones de cámara, y fotografía que simplemente llenaba páginas de periódicos sin mayor trascendencia.
Tras negar mil veces la crisis, tras ver brotes verdes ante cualquier noticia más o menos interpretable, tras indicar que el recorte del déficit publico implicaba la detención del crecimiento sobrevienen estas declaraciones públicas, un día después del mensaje directo del Presidente norteamericano Obama. Unos días antes solo ante la sospecha y temor de la opinión pública de que España, la décima economía del mundo, se encontrara en una situación de quiebra como Grecia, el presidente del gobierno, Jose Luis Rodriguez Zapatero, y el de la oposición , Mariano Rajoy, escenificaban un encuentro que era más para hacer escampar ese peor futuro posible. En ese momento comenzaba la quiebra del modelo político-económico en el que ha vivido España en estos últimos años. La escena final, Mariano Rajoy haciendo las declaraciones desde su único atril en la propia Moncloa empezaba a plasmar lo que las estadísticas ya vienen indicando hace un tiempo: Habrá un cambio de gobierno.
En esta semana es donde la Ravenna del Romulo Augustulo Zapatero ha caído frente a ls bárbaros terribles de la realidad económica, es donde la resolución de los problemas, no enfrentados antes, se han dado en una sola dirección, un recorte que a la fuerza deberá tener repercusión social, que a la fuerza implicará una reducción del estado de bienestar, que a la fuerza significará un despertarse bruscamente del sueño de país rico que, sinceramente, no eramos. Un despertar que los adormecidos sindicatos responden con acción sindical en las calles en una queja justa pero que podría haber sido menor si se hubiera acometido con más proactividad desde hace un año.
Ahora, que se toma esta decisión pospuesta por motivos personales, de concepción del mundo, sociales, políticos, electorales, es cuando se da claro la quiebra de esta era, la necesidad de acciones rápidas, eficientes comprometidas y desgastantes para lograr la reducción del déficit a los parámetros aceptables para nuestros exigentes socios europeos: Los cinco, diez, quince mil millones de euros necesarios para llevar a la economía a un estadio de mayor probabilidad de crecimiento éxito de disminución del paro.
Pero no acaban aquí los cambios ni las cuitas porque hasta ahora solo se han dado los cambios más rápidos, los más evidentes: reducción de sueldos de funcionarios, congelación de pensiones, eliminación de jubilación parcial, eliminación de cheque bebé, reducción del coste farmacéutico, disminución de la retroactividad en la ley de dependencia, reducción a la ayuda al desarrollo y a la inversión pública. Pero quedan pendientes el resto, los “otros” los que harán que esta reforma no deba ser sostenida solo por los más pobres, los más dependientes sino por toda la sociedad, por toda una sociedad que es culpable, en su medida, de habernos creído ricos, de haber comprado casas por doquier, de habernos endeudado hasta el infinito.
Los otros, los compromisos fuertes de reducción de gasto público en asesores, en inversiones, en estructura del estado y las comunidades autónomas, en lucha contra la corrupción y los extracostes, de lucha contra los largos plazos de pago de las administraciones, de cambio de la ley laboral, hacia una ley que será dolorosa pero intentará evitar que algunos se encuentren mejor en el “paro” que trabajando o se prime el despido a los más baratos y no a los peores, los cambios de fondo que habrán de hacer a España más eficiente y con más probabilidad de éxito pero, también, más delgada y asustada. Todo ello queda pendiente, pero no podrá ser por mucho porque si se quiere salir de la crisis, y no solo agradar a nuestros socios-obligadores, europeos y norteamericano, deberán acometerse.
Ahora que Zapatero conoce, lo debe conocer, que las estadísticas le serán adversas, enemigas, que los costes de impopularidad de una gobernanza necesaria pospuesta en loor de una “suerte” o un “que nos saquen del atolladero otros” ha caducado, ahora es donde con mano firme y con criterio habrá de enfrentarse a la historia para devolver a España a la otra senda, la de la riqueza, la del dinero, la del estado social creciente, la que todos queremos y en la que todos creemos pero con unas bases sólidas que nos eviten estos disgustos, estas amargas situaciones en el futuro, aunque ello haya significado la quiebra de su modelo, de sus ideas y aunque ello le consagre a unas elecciones perdidas por mucho. Solo le queda hacer lo que debió haber hecho una vez que sabemos, todos lo sabemos, que no renovará por segunda vez el mandato en Moncloa.
Ese es el escenario de esta España que como el hidalgo de ·”El Lazarillo de Tormes” se había acostumbrado a comer todos los días y mostrar en el dintel de su casa con el palillo entre los dientes. Debemos acostumbrarnos a volver a lo básico para, en algún momento y en algún día, recuperar esa línea tan de la socialdemocracia pero tan imposible en este momento. Ese es el camino que se debe tomar sin holganza, sin procrastinación y con criterio, para evitar que estas medidas tomadas solo queden en hacer culpable a pensionistas y funcionarios de una crisis externa-e interna que la inacción ha convertido en un tsunami económico beligerante y opresor.
Pensamiento históricos e histéricos en Recuerdos del día de mañana.Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.

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