Si no fuera por la agradable sorpresa de ver a Wes Anderson aupado a lo más alto del podio de nominaciones (9), diría que el cine estadounidense parece haber encontrado el equilibrio previsible entre historias de superación individual, tratamiento de problemas actuales (para ellos) o recreación de algunos principios de progreso en el pasado reciente que copan las categorías "respetables" (película, director, actor/actriz, guión...), y títulos ultracomerciales, apelotonados en las categorías técnicas, repletos de acción y efectos que ayudan a mantener los ingresos de las grandes productoras. El público pureta y los adolescentes ocupa a sus anchas el nicho que le corresponde en el mercado de las audiencias, cada cual con escasas posibilidades de trasvase de uno a otro, y todos tan contentos. Un poco a lo de siempre sí que suena, pero por fortuna Anderson y el curioso experimento documentaloide de Linklater rompen un poco la monotonía del paisaje en los premios cinematográficos más prestigiosos del planeta.
Con todo, este blog no puede resistirse a plantear la tradicional quiniela de los Oscar, en el formato de votación más cómodo posible, dispuesto (un año más) a permitir que mis preferencias personales queden por debajo de la realidad y que otros demuestren sus más dotadas capacidades predictivas. No importa: la tradición y la incertidumbre compensan la experiencia.
¡Ánimo y suerte con tu quiniela!