Revista Expatriados

La radicalización del Islam indonesio (y 7)

Por Tiburciosamsa

Tras las elecciones de 1999, Abdurrahman Wahid, presidente del Nahdlatul Ulama, asumió la Presidencia de la República. Eso, unido a los pobres resultados obtenidos en las elecciones, marcó el rumbo de la Indonesia post-Suharto. Las aspiraciones del ICMI y de los reformistas de una islamización a marchas forzadas de la sociedad indonesia tuvieron que esperar.

En las elecciones de 2004 y 2009 los partidos islámicos perdieron porcentaje importante de votos. En las elecciones de 2009, su porcentaje de votos fue del 25%. De los partidos que defendían un Islam reformista, el que logró nadar contracorriente y mejorar sus resultados fue el Partai Keadilan, que en 2003 se reconvirtió en Partido de la Justicia Próspera (Partai Keadilan Sejahtera-PKS), que se ve que lo de la Justicia a secas quedaba un poco soso. El PKS se ha aproximado en ideario a los Hermanos Musulmanes y gracias a unos cuadros más jóvenes, mejor educados y más disciplinados que los de otros partidos islamistas había conseguido ganar una cierta respetabilidad y atractivo. Nótese que hablo en pasado. En 2013 su antiguo líder Luthfi Hassan Ishaaq fue condenado a 16 años de cárcel por corrupción y lavado de dinero. Sí, no se libran ni los del PKS que parecían tan serios.El descenso del atractivo de los partidos islamistas se explica sobre todo por causas no ideológicas: casos de corrupción, luchas internas, falta de líderes carismáticos, mala gestión y malos resultados económicos en aquellas provincias y regiones que han llegado a gobernar. A pesar de su relativo declive electoral, los partidos islamistas han conseguido definir las reglas del juego. Los políticos laicos de ideología nacionalista se ven obligados a incorporar los principios islámicos en sus programas y ningún político con ganas de gobernar se permitiría un estilo de vida tan escandaloso como el de Sukarno. Incluso, cuando los partidos nacionalistas ganan las elecciones (porque son siempre ellos quienes las ganan), les gusta incorporar a partidos islamistas a sus coaliciones de gobierno (hasta la fecha nadie ha conseguido una mayoría absoluta en Indonesia y no parece que ni la ley electoral ni las condiciones del país la permitan). Asimismo, mientras que a nivel nacional la islamización de las leyes prácticamente no ha avanzado, otra cosa ha sido a nivel local, aprovechando la descentralización que se produjo a partir de 2000. Por su parte, los partidos islamistas también han evolucionado, han relegado la implantación de la shariah a un segundo plano, incluso el PKS, y han centrado sus programas en temas que puedan resultar más atractivos al electorado como la lucha contra la corrupción o una economía con un reparto más equitativo de la riqueza. ¿Hacia dónde va el Islam indonesio? Resulta difícil de decir. Lo cierto es que en el siglo XX el mismo Islam tradicionalista ha acabado absorbiendo rasgos del Islam reformista. El Islam reformista en general ha tendido a moderarse, frente a otras sociedades musulmanas en las que ha tendido a radicalizarse con el tiempo. Tal vez la tradicional tolerancia y pluriculturalismo indonesios hayan ayudado. Han surgido grupos violentos y radicales, que, aunque no puedan imponer cambios en el modelo político, sí que tienen impacto en la vida de la gente. La sociedad se ha vuelto más islámica: el ramadán es más seguido, ha aparecido la banca islámica, hay más mujeres vistiendo el hijab, la asistencia a la oración ha aumentado. Por otra parte, las minorias se sienten más acosadas. Dos datos: en los últimos diez años cerraron más de 400 iglesias y sólo en 2012 se registraron 264 incidentes de violencia religiosa. Por otra parte, parece que la tradicional tolerancia indonesia perdura y que una cosa es lo que los indonesios digan de boquilla y otra lo que hagan y quieran realmente. En un estudio que realizaron los politólogos Saiful Mujani y R. William Liddle, encontraron que más del 70% apoyaban la shariah y el 67% querían un gobierno de musulmanes basados en el Corán y la Sunna. Pero eso era en abstracto. Cuando las preguntas se hicieron más concretas, resultó que sólo la tercera parte apoyaba el hijab para las mujeres, que el 74% aceptaban que una mujer pudiera ser Presidenta de la República.Mi impresión es que las propias tradiciones y la cultura indonesia, así como la democracia que se ha asentado en el archipiélago, imponen un tope más allá del cual el radicalismo no conseguirá avanzar.


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