Recuerdo con claridad una mañana cercana a la navidad de 1980. Estaba en el salón de casa con mi tía montando el árbol y los adornos navideños cuando de repente la radio interrumpió su programación. Un acongojado disc-jockey anunciaba que John Lennon había sido asesinado la noche anterior. Me impactó muchísimo ver llorar a mi tía con tanta rabia aquel nueve de diciembre. Con siete años aún no tenía conciencia del legado de Lennon, ni como Beatle ni como solista, así que no entendía del todo la reacción de mi tía. Al verla tan triste sólo atiné a abrazarla y a escuchar junto a ella las canciones que la radio emitía a manera de homenaje póstumo. Por cada tema que oíamos, la pregunta que le hacía era siempre la misma: “¿esta también era de Lennon?”. Para el mediodía la pena ya me había alcanzado.
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Las emisoras de radio siempre han buscado permanecer en la mente de sus oyentes más allá de su propia programación. Para eso se creaban los jingles, temas pegajosos de corta duración en los que se repetía el nombre y el lema de la radio una y otra vez. Varias de estas cortinas musicales permanecen, a día de hoy, en la memoria de mucha gente. Una de las más recordadas es la de 1160, radio limeña que lideró las preferencias en la primera mitad de los ochenta. “Tú y 1160” rompió los cánones habituales para este tipo de composiciones: dura un minuto y medio, la interpreta Jorge Baglietto -una de las mejores voces peruanas de aquellos años- y cuenta con versos tan imposibles como “los mejores regalos con muy buenos disc-jockeys” o “lo mejor para escuchar en AM y FM”. Hace poco la conseguí gracias a que uno de sus antiguos locutores la publicó en Internet. Escucharla después de décadas me emocionó hasta las lágrimas.
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A mediados de los ochenta mi radio favorita era Panamericana. Me sabía de memoria la programación diaria y reconocía la voz y los nombres de todos los locutores. Recuerdo a Johnny Lopez, Susana A, Lucho Argüelles con su programa “Fresas con crema” –en donde escuché por primera vez “Cancer” de Joe Jackson, quien desde entonces se convirtió en mi artista favorito- y en particular a quienes llevaban el espacio matinal: Javier Lishner y un jovencísimo Sammy Sadovnik. Tuve la suerte de participar, y ganar, varios de los concursos en donde había que adivinar el cantante o el nombre de la canción. Gané discos cuarenta y cinco, entradas para el cine, yoyós y hasta me entrevistaron en la misma cabina de transmisión. Una mañana mi llamada volvió a entrar al aire por enésima vez. Al escuchar mi nombre, Lishner, de manera educada, me agradeció la fidelidad al programa pero me pidió que dejara de llamar para dar la oportunidad a otros oyentes. Nunca más los volví a escuchar.
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Desde mi adolescencia he asumido, por iniciativa propia o a petición de los demás, el rol de disc-jockey en fiestas y reuniones. Algunas chicas habrán tirado a la basura casetes con mi voz en las que les dedicaba canciones con muy poco efecto positivo. He pasado largas noches de bohemia con amigos hablando de música y de la historia que está detrás de esas melodías. Hasta hace unas semanas, tener un programa de radio era uno de los deseos más remotos que aún no había podido cumplir. Hoy, gracias a la invitación de un amigo mexicano y a la facilidad de las herramientas tecnológicas, tengo la oportunidad de compartir con el mundo mis gustos, mis anécdotas y mi pasión por la música. Por ahora es un mundo reducido -mi familia y algunos amigos muy cercanos- pero espero que luego de este post el número de oyentes crezca y que las noches del sábado sea el momento más esperado de toda la semana para mí y para todos aquellos que, durante una hora, disfrutan de mi nueva aventura personal.
“Confesiones de un locutor impulsivo” se emite todos los sábados a las 21:00 (GMT) por vector3.net y a través de la aplicación TuneIn para tablets y smartphones en la emisora Vector3. Todos los programas emitidos se pueden escuchar en Ivoox.
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