Al Gobierno de Rajoy le crecen los enanos, y tiene muchos alrededor. Ha llegado la hora de la rebelión de las máquinas, ese escenario apocalíptico clásico de ciencia ficción en el que las máquinas, superiores intelectualmente, se rebelan contra sus creadores. Isaac Asimov dio en llamar complejo de Frankenstein al miedo visceral a esa rebelión. Pues bien, ese escenario ya ha llegado. Las estadísticas, esa ciencia que estudia y racionaliza datos aparentemente inconexos, se han convertido en un elemento subversivo. No son ETA todavía, pero se perfilan como unas incipientes antisistema y todo se andará.
Los ciudadanos continúan descontentos. Protestan, salen a la calle, enarbolan pancartas, gritan eslóganes, reclaman justicia, atención. También crece el número de huelgas, hasta 994 el año pasado: casi tres por día. Teniendo en cuenta que la huelga es el último recurso, el de la desesperación, resulta sintomático. Y no es un descontento injustificado: los recortes en Sanidad, Educación, así como en derechos laborales y sociales van acompañados de un deterioro de la calidad no ya solo de lo público y democrático, patrimonio inmaterial construido golpe a golpe, sino también de los servicios cotidianos privados, por los que pagamos sin remisión. Y no es una percepción subjetiva, alentada por el nihilismo existencial.
Lo dice la Comisión Europea: España es la segunda peor de la UE en servicios de telecomunicaciones (teléfono fijo, móvil e Internet), cuentas bancarias y tarjetas de crédito, inversiones financieras y planes de pensiones, seguros de vivienda y vida, mantenimiento, asistencia legal y cultura y entretenimiento. La segunda peor, insisto. Pero escala una posición, hasta la antepenúltima de la cola, en suministro de electricidad y servicios bancarios de hipotecas. Estadísticas… ¿Qué sabrán ellas de esta recuperación triunfante hacia la nada, donde la luz lo invade todo hasta deslumbrar y dejar ciego o convertido en sal a quien la mira directamente para corroborar su presencia? Más de 500.000 almas han abandonado este cuerpo moribundo para no cegarse y, con todo, el paro no cede. Estadísticas…
“Estas son mis estadísticas, señor Rajoy. Si no le gustan, tengo otras DIY”.