“El pueblo – unido – jamás será vencido”. Ya dice el dictado. Y fue esa fuerza que ha derrotado el “faraón”, Hosni Mubarak, que controló Egipto durante 30 años, tras incasables 18 días de protestas. El 11 de febrero de 2011 quedará marcado en la historia, por tener un significado de esperanza a otras naciones cuyos mandatarios se han eternizado en el cargo. Y como declaró el presidente estadounidense, Barack Obama, al cambiar el país, lo egipcios cambiaron el mundo.
“Ahora mismo me siento en El Cairo, grito y festejo junto a ellos [al pueblo]. Llamo a todos los amigos para contarles: hay un dictador menos!”, lo dijo la activista cubana, Yoani Sánchez, cuyo blog fue censurado por más de dos años, y que acompañaba con expectativas el hecho.
El control del país ha sido transferido al Ejército – que no reaccionó contra las manifestaciones – después que el vicepresidente Omar Suleiman ha informado la renuncia del mandatario. Hosni Mubarak – aliado de EEUU e Israel – no consiguió resistir hasta el septiembre próximo, cuando dijo que dejaría su cargo, para intentar contener a los opositores.
Aunque la ola de protestas contra los regímenes autoritarios haya empezado en Túnez, a causa de las denuncias de corrupción que ocasionaron la salida del líder Ben Ali, fue en la tierra de Cleopatra que ha tenido destaque. Desde entonces los vecinos, como Jordania, Argelia y Yemen sintieron envidia del logro egipcio, lo que pone en jaque otras dictaduras, o simplemente a gobiernos “seudodemocráticos”.
Otras naciones más astutas, como Cuba y China, han evitado divulgar ciertas noticias sobre el país africano, para no alimentar hechos parecidos. En Pekín, por ejemplo, hubo censura en la red: palabras como “Egipto” eran bloqueadas en las búsquedas.
El presidente venezolano, Hugo Chávez – también considerado un dictador, especialmente por la prensa oposicionista, a causa de presuntas restricciones de libertad de expresión – ha saludado “la genuina lección de madurez política y democrática que el valiente pueblo egipcio ha dado ante los ojos del mundo”. El pasado 2 de febrero hizo 12 años que él está en dicha función. La diferencia entre su régimen y los demás es que en su país hay elecciones para presidente.
Más allá de derrotar un gobierno absolutista, hay que evitar que otros sean influenciados a actuar del mismo modo.
La comunidad internacional está ansiosa para ver qué rumbo tomará el país de Tutankamón. No se puede silenciar por siempre la voz de la multitud. En algún momento ella será más alta de lo que el sonido de las armas que intentan callarla. Eso ha sucedido en Túnez y Egipto. ¡Para que ocurra en otros lugares es sólo una cuestión de tiempo!