En Argentina, la muerte de niños indígenas no aparecen en las estadísticas.
El hambre y la desigualdad también es un arma.
Por Carlos del Frade
Desde las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, según comprobó un juez federal durante 2019, se exportaron armas procedentes de Estados Unidas y Alemania para los grupos narcos brasileños.
Es una cuestión estructural que determina la construcción de la cultura dominante.
La inseguridad es un gran negocio que siempre hay que alimentar.
El problema es cuando aparecen señales desgarradoras que están más allá de estas lógicas perversas del sistema.
El domingo 16 de febrero de 2020, en la zona norte rossarina, se produjo el primer triple crimen del año. La síntesis dice que “una pareja y su beba fueron acribillados a balazos. El padre y el hermano del joven asesinado están presos por integrar una banda dedicada al narcotráfico en la zona noroeste”.
Chelsi, de apenas un año y medio, fue fusilada por quienes mataron a la pareja.
¿Cómo funciona la cabeza de alguien que fusila a una beba?.
Una joven, lúcida y sensible fiscal le dice a este cronista que hace mucho tiempo dejó de buscar respuestas a tales preguntas.
Que ella siente, por un lado, la necesidad de escuchar a pibas y pibes que integran distintas bandas porque les urge pertenecer a algo colectivo, que les trascienda.
Pero rematar o fusilar a una nena como Chelsi, de un año y medio, la supera.
Atina a decir, simple y profundamente, que hay muchas personas que hace rato que tienen poco afecto por la vida o que nunca lo sintieron.
Que hace faltan valores humanos en distintas zonas geográficas no solamente del sur de la provincia de Santa Fe sino de la Argentina.
Muy cerca de allí, también en el barrio de Empalme Graneros, hace algunos días atrás, el Ministerio Público de la Acusación (MPA) dio “más detalles del aberrante hallazgo de restos de un niño o una niña, de entre 3 y 5 años, en un basural ubicado en la zona de Olivé y Chaco”.
El miércoles 26 de febrero de 2020, mientras una pala realizaba tareas de remoción, fue encontrada la pierna izquierda calcinada del menor de edad. Los trabajos continuaron y Fiscalía confirmó que ese jueves dio con parte del cuello. Por otra parte, desde el Instituto Médico Legal indicaron que detectaron restos de cal viva en las partes encontradas.
Se repitió que los restos pertenecerían a un menor de edad de entre 3 y 5 años. Por su parte, Alicia Cadierno, directora del Instituto Médico Legal, detalló que las partes encontradas estaban cubiertas de cal. Luego advirtió que el cuerpo “pudo haber sido sumergido en cal viva”.
¿Cómo funciona la cabeza de alguien que sumerge a una nena o un nene de menos de cinco años en cal viva?.
Mientras el sistema junta dinero con la sangre derramada como consecuencia de la inseguridad que le conviene construir, mantener y profundizar, aparecen hechos cada vez más brutales que demandan respuestas diferentes a las propias recetas que el mismo sistema quiere imponer.
Quizás tenga razón la joven fiscal rosarina.
Quizás sea imprescindible invertir en construir y democratizar valores humanos que reivindiquen la vida por encima de la muerte desbocada.
Una tarea fenomenal que no tiene nada que ver con endurecer las penas contra las pibas y los pibes ni tampoco con sembrar de armas una sociedad atravesada por ellas.
Carlos del Frade