La herencia de historia y arquitectura abunda en el Viejo Montreal. Las calles adoquinadas borden varias cuadras cercanas al puerto y sus viejas edificaciones han sido restauradas para albergar lujosos hoteles, como el St. Sulpice, y los más célebres restaurantes de Montreal.
Hicimos nuestro recorrido en carreta, bien abrigados mientras el guía nos daba toda la información del lugar. Fue una gira muy placentera que arrancó desde las escalinatas de la Basílica de Notre Dame y que duró cerca de 20 minutos. Durante el recorrido vimos muchos restaruantes pero uno en especial llamó nuestra atención y fuimos en busca de el.
Ubicado en la Rue St. Vincent con la St. Paul está La Sauvagine, un restaurante clásico francés donde el Chef Arnadu ejecuta a la perfección el menú clásico y contemporáneo francés con un acento de "wild game".
El restaurante es amplio. Sus pisos y paredes de madera emitían esa calidez necesaria que contrastaba con los -18 grados C que hacía afuera. La atención que recibimos estuvo a cargo de un señor de origen guatemalteco que tiene más de 40 años de vivir en Montreal. Siempre estuvo atento y nos brindó los detalles de cada plato que ordenamos.La canasta de pan artesanal de la casa abrió paso a la exquisita Sopa de Cebolla que pedimos como entrada. Cuando la cuchara atravesó el grueso "crust" de queso gratinado se dejó ver el delicado caldo con cebollas caramelizadas y la tradicional pieza de baguette francés sumergida. Realmente deliciosa.Para los platos fuertes nos fuimos por la carne. Yo pedí una pieza de cerdo cocida a la perfección y bañada en una exquisita salsa a base de Calvados; los papines cocidos fue el acompañamiento ideal para este plato mientras que La Adorada se inclinó por un filete de carne que vino acompañado con las clásicas papas fritas y ensalada.Para el postre, seguimos la recomendación del Chef. Un maravilloso Creme Brulé se presentó con frutas frescas, donde una de ellas me recordó a nuestro "Jobo" pero esta era un poco más ácida. Un Creppe relleno de helado en una salsa de licor de naranja fue el sello que marcó esta increíble experiencia culinaria en La Sauvagine.Sin lugar a dudas, este es un restaurante que deben visitar en su visita a Montreal.