Pocas escenas provocan tanta emoción como el apoteósico final de Billy Elliot, cuando el protagonista cumple su sueño de convertirse en bailarín profesional ante la atenta mirada de su orgulloso padre. 'El lago de los cisnes' ya demostró en esta obra maestra de Stephen Daldry su poder embaucador. Luego llegaría Aronofsky y su 'Cisne negro' y terminarían de aprovecharla. Algo tiene la obra de Tchaikovsky que pone los pelos de punta.
Pol Morales - lapantalla.blogspot.com
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