Revista Cultura y Ocio

La señora march

Publicado el 04 febrero 2023 por Aurisecular
LA SEÑORA MARCH

En New York creen que Virginia Feito, la autora deLa señora March, recuerda a Patricia Highsmit, puede ser, pero yo no le he visto el parecido; el suspense psicológico que Highsmit descarga en sus novelas no lo he sentido en esta, tampoco la novela de Feito es policíaca. Me ha sorprendido, sin embargo, que sea una novela seria y atractiva que nos introduce de lleno en cómo la mente de una niña puede quedar perturbada por la indiferencia, la soledad y el maltrato psicológico derivado de la falta de atención familiar.

LA SEÑORA MARCH

No sabría decir si la demencia de la protagonista tiene algún componente genético o es fruto de la culpa o los traumas sufridos. Pero es evidente que la señora March vive instaurada en su propio terror a pesar de que los lectores no sabemos si las alucinaciones que tiene en determinadas escenas lo son realmente o alguien con intereses ocultos hace que las tenga. A mí no me ha quedado claro; me cuesta creer que tras tantas señales de alarma nadie de su entorno haya avisado a un especialista o haya tomado alguna medida para ayudarla; al contrario, poco a poco la van dejando cada vez más sola.

El narrador deforma la realidad y los lectores no somos capaces de distinguir si lo que estamos leyendo es real o producto de la imaginación de la protagonista. Una mujer que desde niña inventaba seres y situaciones, que su soledad fue tan evidente que hubo de crear una amiga invisible, Kiki, tan unida a ella que, con el paso del tiempo, le permitió ser ella misma para mostrar una personalidad abierta, desinhibida con la que actuaba sin ningún tipo de culpa, a pesar de que solo le causó más dolor.

LA SEÑORA MARCH

¿Por qué aparece su verdadero nombre solo una vez y solo al final de la novela? ¿Es porque es la primera vez que actúa por sí misma? No lo creo, porque realmente no es consciente de su acto ¿Es porque todo termina? No lo sé. Virginia Feito consigue que ni siquiera al final, ni siquiera a pesar de los rasgos de humor en la narración de todo tipo, escatológico, negro, inocente, irónico desaparezca la sensación de disgusto en los lectores porque nos queda la impresión de que quienes rodean a la señora March la intuyen como una acaudalada histérica y acomplejada que ve fantasmas donde no los hay. Nadie adivina un trauma infantil llevado al extremo, la culpa que la atormenta constantemente y la soledad y el horror que pueden sufrir incluso los niños de clase alta. "Yo no soy tu amiga, ni quiero serlo. Soy tu madre".


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