Revista Sociedad
Finalmente el Tribunal Supremo ha decidido por 16 votos a favor contra 3 en contra no permitir la inscripción de Sortu, la actual franquicia abertzale, como nuevo partido político. Se trata obviamente de una decisión política que podrá arroparse con toda la hojarasca jurídica y hasta leguleya que se quiera, pero que alguien tendrá que explicar en clave política porque esa es su verdadera y principal dimensión.
El entorno más duro del PP ha ganado pues otra batalla en la permanencia de lo que llaman "la guerra del Norte". La Cruzada de la derecha española en tierras vascas continua, habida cuenta de lo altamente rentable en votos que le resulta en el resto de España. Si además ETA colaborara llevando a cabo un atentado antes de las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo, los frutos de esta estrategia reventarían las urnas con votos derechistas.
El caso es que el problema sigue ahí. Y naturalmente va a continuar en los mismos términos ya que los sectores más cafres de la derecha española y sus homólogos de ETA, en coincidencia no meramente táctica, no cesan de alimentarse mutuamente con toda eficacia, como viene a demostrar este caso por si hacían falta más pruebas. Se trata en suma de yugular cualquier posibilidad no ya de encontrar una salida pactada, sino simplemente de intentar normalizar la vida política vasca. En ese marco, a mí lo que me extraña es que gente como Jesús Eguiguren u Odón Elorza aún no hayan sufrido un fatal accidente de tráfico; debe ser que cuidan con mucho esmero su seguridad personal.
Los aparatos del Estado español juegan el juego que les marca su ideología, mentalidad e intereses. Un gobierno del PSOE, atrapado entre la necesidad de romper el bloqueo actual de la situación y su incapacidad manifiesta para neutralizar los resortes estatatales que juegan en su contra, ve como se le escurre entre los dedos la única oportunidad de relanzarse como opción electoral no ya en las municipales y autonómicas de mayo sino pensando en las elecciones generales del año próximo.
Y es que ni Dios conseguiría que el PP aflojara un milímetro la presión que viene ejerciendo sobre el cuello del Gobierno español. El "interés de España" que tanto dicen defender, pasa en realidad por evitar que el Gobierno actual recupere una sola bocanada de aire. Si para lograrlo hay que agitar las aguas fecales para que se reabra el juicio del 11-M, pues se agitan metiendo el brazo hasta el codo; y si es necesario que ETA siga en la brecha, adelante con los faroles. En la imagen que ilustra el post, Carlos Dívar, presidente del Poder Judicial español, un hombre "extremadamente conservador" y al parecer miembro del Opus Dei, posa junto a Mariano Rajoy, actual líder del PP, el partido de la extrema derecha parlamentaria española.