Título
La suerte del enano
Datos publicación
Suma de Letras. Barcelona 2020. 592 págs.
Datos del autor
CÉSAR PÉREZ GELLIDA nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Desarrolló su carrera profesional en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que, en 2011, decidió dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor. César irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, primera parte de la trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne», que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 y el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre. En 2015 publicó Khimera, su cuarta novela, y en 2016 inició su segunda trilogía, «Refranes, canciones y rastros de sangre», compuesta por las novelas Sarna con gusto, Cuchillo de palo y A grandes males. Es autor también de las novelas Konets, Todo lo mejor, y Todo lo peor. Actualmente sigue escribiendo novelas y colabora como columnista en El Norte de Castilla.
Sinopsis de la obra
Un gran golpe al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, un asesinato repleto de incógnitas y una inspectora poco social y adicta al sexo empeñada en librar todas las batallas: así es la nueva novela de César Pérez Gellida. ¿Se puede capturar al criminal perfecto?
Valladolid, 2019. Sara Robles es una inspectora singular. Encargada de resolver un macabro crimen, además tiene que lidiar con sus problemas cotidianos, estrechamente relacionados con la adicción al sexo y con un pasado que no termina de curar. Mientras tanto, El Espantapájaros, una misteriosa cabeza pensante, ha orquestado el robo perfecto junto a un exminero, un pocero y un sicario, y está a punto de llevarlo a cabo a través del alcantarillado de la ciudad.
Reseña
Universo Gellida
A un buen lector le alegra que existan autores a los que puede reconocer a las pocas páginas de la lectura, porque el universo que presentan, ya sea el físico o el argumental, se les ha inoculado en su memoria lectora y además de forma muy placentera. Eso es lo que ocurre con César Pérez Gellida y sus novelas, que aunque uno lleve tiempo sin leerle, con gran rapidez nota que ha entrado en casa, en la Valladolid que ha protagonizado un buen puñado de sus obras, y que ahora vemos como una ciudad en la que puede pasar casi de todo.
En esta ocasión es Sara Robles quien tiene que hacer frente a un buen número de muertes y al robo de una obra de arte en su ciudad, mientras los casos se van complicando y sus mandos sólo buscan explicaciones a su costa. Es decir, que se trata de una mujer hecha de granito, como a veces bromean sus propios subordinados, pero no insensible, ojo, no confundamos los términos, porque está viva y muy viva, lo que ocurre es que lidiar con esas muertes que parecen infinitas, un comisario exigente, una responsable de armamento tocaovarios, un testigo que desea denunciarla y un cambio de casa no es nada fácil precisamente, ya nos gustaría ver cómo reaccionarían ante semejante avalancha un puñado de personajes masculinos de los que pueblan nuestras novelas negras.
Pero además de todo ello, está también el mal, a quien siempre Gellida presta especial atención, y es que pocos autores han logrado que el lector llegue a empatizar con el malvado de turno como lo hace el autor vallisoletano. Si Augusto Ledesma, aquel inefable Carapocha, nos cautivaba con sus maneras y su esnobismo, ahora es El Espantapájaros el que logra hacerse con parte de la simpatía del lector (parte, no nos salgamos de madre, que el mal siempre es el mal), y lo hace gracias a sus formas, su inteligencia y, por qué no decirlo, también a cierto defecto físico que arrastra, pero que no le incapacita para sus funciones.
Así que nos encontramos ante un equilibrio de fuerzas entre lo policial, lo delincuencial, el robo de obras de arte, las mafias rusas que colonizan la Costa del Sol…, y en ésas aparece hasta Ramiro Sancho, caído desde la Interpol y dispuesto a echar una mano a su ex. Ya ven que como lectores poco más podemos pedirle a una novela negra: universo reconocible, trama interesante, malos curiosos, protagonista potente y atractivo, visitas de viejos conocidos…
A todo ello se sumamos el vértigo final y las informaciones sobre cómo vincular el mundo del narcotráfico con el del arte, más alguna sorpresa que otra, y estamos ante una de esas novelas que aparentemente son sólo atractivas (que no es decir poco), pero que con el paso del tiempo se instalarán en nuestra memoria lectora y se harán el hueco necesario para volverse inolvidables. Y siempre dentro del universo Gellida, por supuesto.
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