fuente imagen: Manara
LA UVA QUE MEJOR NOS DEFINE
Alguien que nos conozca bien, definiría el carácter mediterráneo como abierto, recio a la vez que cálido y no falto de cierta elegancia y señorío. Si analizamos los rasgos que conforman nuestra personalidad, descubriremos que no por casualidad, en esa descripción se ven reflejados las virtudes y defectos, según se nos quiera más o menos, de nuestros vinos más personales: los elaborados con la uva Monastrell.
En vez de perderme en palabras técnicas y cuasi sectarias para describir las características de nuestra uva, propongo que cada cual las descubra a través de un pequeño ejercicio: trataremos de maridar un menú completo, aperitivo y postres incluidos, utilizando vinos elaborados con la misma variedad de uva ¿difícil? No si echamos mano de nuestra pequeña joya.
Comenzaríamos con unos entrantes acompañados por un cava rosado del que, según su reglamento, nuestra protagonista puede formar oficialmente parte, para seguir con un buen plato de arroz, al que destinaremos un rosado fresco y algo carnoso. Pasaremos por alguno de los tintos de poca extracción, con boca de fruta y terciopelo, para armonizar con un primero no demasiado contundente. Llegamos a la máxima fortaleza con uno de nuestros pesos pesados, cargados de tiempo y terruño, capaz con su cuerpo y tanino de salir airoso ante un lance de caza mayor. Si todavía nos queda apetito y no la hemos querido disfrutar como aperitivo, podremos dar cuenta de una buena tabla de quesos en la que incluiremos sin temor los azules o las tortas extremeñas, tan difíciles de casar. Ante éstos dará muestra de maestría y buen hacer nuestra joya de la corona: el Fondillón con F mayúscula (en otra ocasión hablaremos exclusivamente de este monumento líquido). El postre lo armonizaremos maravillosamente con un tinto dulce de monastrell, negro y espeso, con su justa carga de dulzor y su dosis de acidez y astringencia necesaria para no finalizar nuestra velada con una sensación empalagosa, sino con un regusto tónico y digestivo.
Como ve, pocas variedades superarían airosas el ser la solista en un concierto de la envergadura de esa pantagruélica “picaeta”. Ha quedado claro que nuestra uva tiene esa versatilidad mediterránea que nos define y con la que orgullosamente podemos identificarnos. No fue sino aprovechando al máximo los escasos recursos que esta naturaleza austera puso al alcance de nuestros antepasados, como hemos llegado a ser lo que somos. En pocos lugares como en esta tierra se ha logrado obtener tanto con tan poco.
vino de monastrell embarcando en el puerto de Alicante
Me siento algo culpable por la osadía de ser el enésimo neófito que hace un alegato de la uva Monastrell, pero me justifico ante la idea de que más vale una alabanza a tiempo que veinte elegías. Una reflexión: si en las cuatro esquinas del mundo se vanaglorian de los vinos que se elaboran con nuestra uva (Francia, California, Australia…), de nosotros depende hacernos oír y dejar clara su paternidad. También está en nuestras manos, ya de puertas adentro, el que deje de ser la uva granelera y fortificante de los vinos de otros, para ocupar el rango que tiene merecido.
Como dijo aquella televisiva profesora, la fama cuesta y ahora es cuando debemos empezar a pagarla. Téngalo en cuenta la próxima vez que le pidan equis euros por un vino de nuestra tierra. Seguro que los vale por lo que es y no por lo que dicen que es. Estaremos adquiriendo un pedazo de nosotros mismos que, a guisa de dionisiaca comunión, vamos a compartir en la mesa con aquellos a quien queremos. Dos ventajas: beneficio para nuestra tierra y un futuro asegurado.-
Monastrell, Mourvedre, Mataró, Balzac, Alcayata, Espar, Garrut, Morstell, Murviedro, Mourvedon, Mourves, Mourvezé, Negria, Nera, Negrón, Négre, Plant de Saint-Gilles, Rossola, Trinchiera.