Revista Opinión

La victoria de la libertad

Publicado el 02 junio 2011 por Romanas
La victoria de la libertad

A los muchachos de todas las plazas de España
La victoria de la libertad, la iniciaron Hayek, Misses y Popper, cualificados hombres de derechas pero la certificaron líderes de la más consolidada izquierda, Felipe González y Teng Xiaoping, cuando afirmaron, sin rubor, que el comunismo no es sino el reparto de la miseria y que gato blanco, gato negro es igual, lo importante es que cace ratones.
Bajo esta luz, tan potente, entraron en la historia las parejas felices: Thatcher y Reagan, Botín y Alierta, protegidos, en retaguardia, por Esperanza Aguirre y Artur Mas, la 1ª pidiéndole a Rubalcaba, en adelante Alfredo, que le limpie de chabolistas la puerta de su casa y el otro emprendiéndola a palos y pelotas de goma con la alegre muchachada de la plaza de Catalunya porque ¿qué otra cosa es la libertad?
Libertad, libertad, ¿cuántos crímenes se cometen y se cometerán en tu nombre porque qué es realmente la libertad?
La facultad que tiene el hombre de hacer lo que le dé la gana. ¿A que es bonita la definición que me ha salido? Lástima que sea mentira porque, lo voy a decir enseguida, esto es mentira, un solemne embuste que, entre todos, hemos admitido.
La libertad de verdad, la verdadera, la buena, sólo existe en la cúspide de la pirámide pero ¿quién coño está realmente allí? A lo mejor, nadie, y he escrito "a lo mejor" y no "a lo peor" porque seria realmente horrible, terrible, ignominioso para la especie humana, para nuestro género que allí, hubiera realmente alguien capaz de cometer todos estos espantosos crímenes que se están cometiendo en su nombre.
Porque la puñetera, la jodida libertad no existe realmente porque no la tiene siquiera esa actual pareja feliz de Botín y Alierta, como no la tuvo aquella otra todavía más feliz de la Thatcher y Reagan porque si bien éstos singulares especímenes de la raza humana han conseguido enriquecerse o enriquecer a alguien lo suficientemente para que ya no le quepa moneda alguna más en el bolsillo ¿qué es realmente lo que estos pájaros pueden hacer realmente con tanto dinero?
No pueden desayunar 2 veces pantagruelicamente porque no se lo permite el estómago ni dormir al propio tiempo en 2 camas ni utilizar simultáneamente 2 pares de zapatos por muy caros que sean, de modo que tener tanto dinero no es ni más ni menos que una enorme frustración porque si les duele la barriga después de una abundantísima comida sólo pueden tomar, como cualquier otro hijo de vecino, un poco del jodido biacarbonato.
Y todos ustedes se alzarán gritando, "no, coño, no, que yo ni siquiera tengo para comer" pero ésta es una protesta engañosa porque la medicina acaba de demostrar que el hambre nos asegura lo mejor para la salud si vivimos mucho, pero ésta, como nos demostró la película de Bardem, no es una vida para viejos.
Entonces, ¿qué? Es lo mismo que pregunto yo. Qué más da pasar hambre que comer si al final todos vamos a acabar igual, sí, pero el jodido problema es el tiempo, el jodido tiempo que uno tarda en morirse porque si se tratara de sólo de unas horas, de un día, de un mes, y, si me aprietan mucho, de un año, joder, la cosa sería como entonces era la mili, pasar  un poco de tiempo jodido pero, luego, incluso la vida sabía mejor.
Pero la vida, cuando estás jodido, es muy larga, tanto que se te antoja interminable o que seguramente lo es, si tienes hambre, frío y todas esas otras calamidades que afligen al perro flaco.
Y, entonces, llega Esperanza y le dice a Alfredo que, por favor, le limpie la puerta de su casa de chabolistas, o sea, de vosotros, pero Alfredo quiere ser presidente de gobierno y sabe que si lo hace de mala manera, adiós, de modo que el uso de los cascos, los escudos, las porras y las bolas de goma se lo ha dejado a Artur Mas que, para eso, tiene esa tan prominente barbilla. Y éste, que ya es presidente de su propio país, os ha zurrado bien la badana para que aprendáis lo que vale un peine.
Pero vosotros, gente terca donde los haya, habéis vuelto a esa maldita plaza de todos los cojones y estáis haciendo maldito chabolismo otra vez lo que molesta mucho a los propietarios de las tiendas que hay por allí de modo que, en nombre la puñetera libertad, estáis jodiendo de mala manera la libertad de los otros, que es una libertad mejor porque también en la jodida liberta hay clases.
Porque junto a la vuestra, que ellos llaman libertinaje, está la de ellos que es la hermosa libertad de comerciar, que es el principio y el fin de todo como ya nos dijeron aquellos ilustres sabihondos de la izquierda, González y Xiaoping, cuando afirmaron aquello de que el comunismo no es sino la peor manera de repartir la miseria y que es igual que el gato sea negro o blanco, que lo importante es que cace ratones, lo que no cabe duda de que es verdad si es que realmente estamos hablando de gatos y ratones pero no si se trata de personas que lo que quieren, como todos vosotros, es trabajar y comer.
Y es muy difícil hacer esto si los que mandan son ellos, los partidarios de la libertad económica, aquellos que dijeron, Thatcher y Reagan, que el Estado realmente no soluciona nada que, todo lo contrario, sólo crea problemas cuando se empeña en que todos seamos, por lo menos en algunos aspectos, iguales, cuando todo el mundo sabe, desde que lo dijo Rajoy, que la igualdad es realmente imposible, y que, en cambio, la libertad, si no otra, la de morirse de hambre, está al alcance de la mano de cualquiera como demostró Popper, apoyándose en sus amigos Hayek y von Misses, en ese libro maravilloso que nos habla de los peligrosísimos enemigos que tiene  la sociedad abierta.
De modo que lo estáis haciendo muy bien echandoos a la calle a defender vuestra libertad de no hacer nada en el aspecto político que no sea dar clases teóricas sobre cómo deben hacerse realmente las cosas, poniendo todo el empeño del mundo en que nadie se moleste porque todo quisque tiene la más absoluta de las libertades para equivocarse, sobre todo si lo hace a favor de los que se llevan todos los días el gato, blanco o negro que ya vimos que era igual si cazaba ratones, al agua, en las jodidas pantallas de Intereconomía que, como todo el mundo sabe, como buenos opusdeístas, defienden a muerte la libertad de expresión casi tanto como vosotros.
De manera que de vosotros se puede decir cualquier cosa menos que sois panglossianos porque afirmáis que el mundo no sólo no está bien hecho sino que, todo lo contrario, es una puñetera mierda, ahora bien, que nadie se moleste, eh, porque al mismo tiempo declaráis vuestra absoluta equidistancia de unos y de otros, vuestra total neutralidad, vuestra imparcialidad, negandoos radicalmente a decir quién tiene la culpa de que el mundo y la vida sean estas puñeteras mierdas que son, porque señalar con el dedo es cosa de maleducados y vosotros no sólo habéis ido a buenos colegios sino también a las mejores universidades, o sea, coño, que sois perfectos y por eso es una injusticia tan grande que nadie os dé un poco de trabajo.
Por eso, en lugar de señalar a los culpables reales de vuestra lamentable situación, habéis dicho como Gila aquello de "alguien ha matao a alguien pero yo no voy a decir quien ha sido porque no me gusta señalar con el dedo que es de maleducados", de modo que casi todos, menos los del Psoe que han perdido espectacularmente las pasadas elecciones, están tan contentos.
Así que yo creo que vais a estar en esas plazas de España hasta que el PP gane las próximas elecciones generales y no sea tan comprensivo como el bueno de Alfredo que dijo aquello tan sensato de que no pensaba intentar resolver un problema, vuestras acampadas, creando otro mayor, expulsandoos a base de porrazos y balazos, la ultraderecha no piensa de la misma manera, sabe, por su larga experiencia en estas lides, que a la más falsa de las izquierdas teóricas se la acobarda fácilmente enseñándole de verdad los auténticos dientes de la represión policial.


Y, por hoy, nada más que ya es demasiado.

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