Revista Coaching

La vida es branding

Por Comicpublicidad

La vida es branding



La vida es puro branding. Somos o intentamos ser lo que queremos que los demás vean. Nos vestimos a la moda, o con nuestro estilo favorito, porque nos sentimos bien así, o porque queremos parecernos a otros que consideramos mejores. Triunfadores o líderes. Eso pasa mucho en marketing, si no podemos ser originales y únicos, pues copiamos a los demás.
Nos miramos en el espejo, hacemos un focus group en el probador o en casa, con amigos o parejas, para saber si gustaremos. Aunque a veces, son demasiado fans para decirnos la verdad. Ni ese peinado nos hace sexys, ni el pantalón de rayas nos queda bien.
Pero lo importante es cómo lo vivamos nosotros. Si reflejamos lo que somos realmente, igual no seremos un producto de gran consumo, pero ganaremos en autenticidad y lograremos atraer a quien de verdad interesa, y hacerlo fiel. Como las marcas, ¿no?
Nuestro branding, también el vital, requiere iniciativa, y tener claro quienes somos. Estar alerta y vigilantes. La marca personal es como cualquier otra. Hay que construirla y mantenerla. Y si nos sale de natural, cuidarla.

¿No os ha pasado nunca que, de pronto, os da la sensación de que no sois lo que creíais ser? ¿Que os dejáis dominar por el mercado, y habéis permitido que los demás os dibujen a su antojo? Un buen día, te levantas, te miras al espejo y no te conoces. 

Vas a los lugares de siempre, con la gente de siempre, y no eres capaz de encontrar tu sitio en el lineal de la vida. Tus colores se han diluido como una acuarela. O de tanto retocarlos, han perdido su tono original y resultan chillones y desagradables.

Todo branding, necesita pararse de vez en cuando para ver si lo reconocemos. Si somos lo que habíamos diseñado, o nos hemos perdido. 

Si somos coherentes con nuestros valores de marca, o los hemos prostituido. Si necesitamos un restyling, o simplemente, nuestro ciclo de vida de producto ha concluido, y hay que pensar en un nuevo lanzamiento para no continuar una vida a oscuras, en el fondo de una caja o en la parte baja de la estantería de un supermercado, viendo pasar a los demás sin que nos escojan.
Hay vidas color de rosa y otras marrones. Y hay vidas de marca blanca. Están ahí. Hacen lo que tienen que hacer. Les sirve a otros. Pero nada más. Cualquiera podría hacerlo. Lo difícil es brillar, al menos los mejores años del ciclo de vida.
El branding debe contener una promesa de satisfacción, y la satisfacción debería ser lo que marcara nuestra vida, y se reflejara en el escaparate de nuestra cara. Sin overpromise, no vaya a ser que alguien encuentre el ticket de compra y nos devuelva.


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