Revista Ilustración
Estaba viendo el Racing de Santander-Barcelona en un bar, con una coca-cola dominguera y echándole un vistazo a las páginas de El País. Cuando he vuelto a casa, no he podido por menos que visitar www.elpais.com para leer los reportajes iniciados este domingo acerca de la crisis laboral que sufrimos los jóvenes españoles (1). Esto me ha llevado, irremediablemente, a pensar en mi primera novela, 25 centímetros, que editó hace un par de años DVD ediciones. En aquel libro radiografía, de algún modo, a la generación sobre la que ahora El País ha puesto su lupa. Me resulta tremendamente triste leer los testimonios de gente sobradamente preparada (2) que malvive con sueldos irrisorios y una responsabilidad tremenda, amén de esos otros que han tenido que huir de España. Esos testimonios bien podrían ser el mío propio. Cuando escribí aquella novela, esto de la crisis era todavía una especie de bulo; no era, ni de lejos, el plato fuerte de cualquier conversación como sucede hoy. Era una idea que empezaba a calar ante la negación sistemática de Zapatero en aquellos debates televisivos y otras comparecencias políticas. Cuento esto, porque fueron varias las personas que leyeron aquel libro que me llamaron tremendista o cosas por el estilo. Corría el año 2008, aunque el libro salió en 2010. De aquel libro, huelga decirlo, no he visto un duro. Es la característica fundamental de cualquier cosa que se haga en España de forma vocacional, tenga o no que ver con el ámbito cultural. He repasado mentalmente algunos fragmentos de aquel libro, ya olvidado por todos y creo que su vigencia sigue ahí. No estoy hablando de literatura, sino de la vida. 25 centímetros era un libro humilde, pero con un mensaje concreto que, con el devenir de los años, se ha ido consolidando en la forma en la que comprendemos la realidad. Aquella ficción narrativa hoy es realidad social. No me considero precursor de nada y mucho menos un gurú, nada más lejos, simplemente, me parece pertinente subrayar la vigencia de un libro que, más allá de lo literario, todavía permanece. Y eso que yo siempre aspiré a escribir obras con fecha de caducidad. Como el ser humano.
Reseña y entrevista por Antonio J. Rodríguez y Luna Miguel (3)
El tema de 25 centímetros podría ser la tiranía de la imagen pública, las apariencias y la ansiedad por el reconocimiento. Pero no en una España metropolitana, globalizada y europea, sino en una España premoderna, del siglo xxi: la «Deep Spain» de Ramoncín, la SGAE, las colas del INEM, los burdeles de carretera y la soledad abisal (una soledad, a pesar de lugar común, mucho más dolorosa que en la gran ciudad). El país del «éxito, el glamour, los coches caros y fiestas con famosos que te traten de tú a tú, las limusinas aparcadas en doble fila, los guardaespaldas que defienden tu nuevo estatus social». En ese sentido, otro de los temas de esta novela podría ser la españolidad, un asunto que ya creíamos sepultado, y más todavía si de quien hablamos es de un autor nacido en 1983. Refoyo, como su antecedente más cercano Manuel Vilas (sobre todo aquel Vilas de Zeta y Magia), es un anarquista. Un dinamitero de los mitos literarios modernos. Él habla de un país cuyo centro son las provincias, en donde aún suenan ecos de «Ozores y Esteso, Los Bingueros, Benidorm y Marisol enseñando las tetas en la portada de Interviú», y música de Rosendo, Siniestro Total y Fito&Fitipaldis: un paisaje pedestre que no deja de ser actual, aunque para la literatura permanezca olvidado precisamente por su carácter hostil. El tema de 25 centímetrostambién podría ser el síndrome de Peter Pan. Los personajes de Refoyo sufren porque se acaba el paraíso universitario, y el padre —siempre la figura del padre revoloteando— empieza a demandar los intereses del préstamo. También lo hacen por el miedo y el amor a lo desconocido. Porque, supuestamente, vivimos en una época de relaciones líquidas, aunque la última institución sagrada sea la de la pareja. Obviamente, los personajes de 25 centímetros sufren porque no son amados. Refoyo revive la literatura social, transita entre la importancia de lo digital, las nuevas formas de hacer literatura y el presente ominoso pero insoslayable de un país anacrónico, y habla del No Future For Us, y, en cierta medida, también de porno.
________________________________ 1. Generación "nimileurista", Carmen Pérez-Lanzac (9 de marzo de 2012) 2. http://www.pepasypepes.blogspot.com 3. Antonio J. Rodríguez y Luna Miguel para DVD Ediciones, 2010.