Revista Cultura y Ocio

Ladrones de sueños, de Bettina Belitz

Por Eltiramilla

Ladrones de sueños, de Bettina BelitzElizabeth acaba de mudarse con sus padres a un pequeño pueblo con ríos y montañas lleno de gente para la que no existen secretos. Ellie sólo quiere volver al calor de la gran ciudad, Colonia, donde ha dejado amigas, un amor platónico y discotecas y cines molones, pero no le va a quedar más remedio que adaptarse a su nuevo hogar. Nuevos amigos, nuevos parajes por los que pasearse deprimida o sonámbula y ¿nuevo amor? Se llama Colin, es mayor que ella, monta un caballo negro enorme y tiene un tufillo a criatura sobrenatural. Además hay algo raro en el ambiente: Elizabeth oye cosas, sueña despierta, se desmaya a todas horas y empieza a tener recuerdos de otro tiempo…

De este libro la crítica ha dicho que tiene un “carácter trágico”, “que arrastra (…) a las profundidades del mundo interior de Ellie” o que tiene “un lenguaje ameno y ágil”. Suscribo todo eso, pero no os alegréis tan pronto, porque todos esos aparentes elogios yo me los tomo del revés. Ellie es la gran estrella de su propia película y se pasa la vida o llorando o desmayándose o sintiéndose boba o casi muriéndose por torpe, de ahí su carácter trágico y de ahí que los lectores nos veamos arrastrados a su mundo interior con cierto pavor, tan cansino. Por otra parte, Bettina Belitz se pasa de amena en su empleo del lenguaje, porque las conversaciones que mantienen los personajes, en especial los más adolescentes, son de lo más absurdas e inverosímiles. Claro que la novela, en general, es un gran absurdo, y Ellie en particular es la protagonista más lela y absurda que he tenido la desgracia de conocer. Y el ritmo, Dios mío, ¡el ritmo! En la página 186 todavía no sabía de qué iba la historia, Ellie me seguía pareciendo una gran tonta y todo eran altibajos sin chicha ni orden ni fundamento: malo, muy malo. Cuando llegas tan lejos y la decepción ha sido constante, lo mejor es apagar las luces y si te he visto no me acuerdo. Ladrones de sueños tiene algún punto decente: lo bonita que es su edición, tan detallista y colorida; lo bien que ambienta Belitz su historia o lo bien que transmite las sensaciones de Ellie, haciéndonos sentir tan pequeños, torpes, agotados o pegajosos como ella; o lo raro que es todo, que precisamente porque sabe a algo extraño lleva nuestra curiosidad al límite. Pero más o menos aquí se acaba lo bueno. Y eso que no he mencionado las faltas de ortografía, pero ya sabéis que este tema me toca mucho la moral y prefiero mentarlo de pasada, sobre todo porque lo menciono prácticamente en cada crítica que escribo y al final, por pesada, sé que terminaré insensibilizándoos. Y no, porque yo quiero que los correctores vuelvan a las editoriales y para eso necesito que os indignéis tanto como yo.

Ladrones de sueños ofrecía un argumento sin sal y su lectura ha terminado ofreciéndome eso mismo. Una pena, porque esperaba mucho más de sus más de quinientas páginas, de las que sobra un buen puñado de paja vacía y aburrida. La imaginación de Bettina es curiosa y extraña, y de verdad creo que puede llegar a crear cosas mejores, pero de momento su oferta me ha parecido irregular y superficial, además de insulsa, crepusculizada, estereotipada, mal hilada y poco emocionante.


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