Revista Expatriados

Laos: autopsia de una monarquía asesinada (1)

Por Tiburciosamsa
Laos: autopsia de una monarquía asesinada (1)
El Príncipe Mangkra Souvannaphouma es hijo del último Primer Ministro no-comunista de Laos. Estudió en la Escuela Superior de Guerra de Paris y fue oficial de la Fuera Aérea Real Laosiana. Fue ayudante de su padre y también ocupó puestos asesores en el Ministerio de Defensa.  En 2010 publicó “Laos. Autopsia de una monarquía asesinada”. Aunque el libro comienza con la Historia de Laos desde la fundación del reino de Lan-Xang por Fa-Ngum en el siglo XIV, su núcleo se centra en el período que va de diciembre de 1972, cuando Magkra regresa a Laos después de haber finalizado sus estudios en Paris, a diciembre de 1975, cuando se exilia con su familia en Thailandia, después de cruzar azarosamente el río Mekong, que separa los dos países.Mangkra regresó a Laos en un momento clave de su Historia. EEUU estaba a punto de parar su intervención en Vietnam y la suerte de Laos le resultaba casi indiferente. El país estaba cansado de guerra y pedía la paz. El Gobierno estaba dirigido por el Príncipe Souvannaphouma, un neutralista convencido, que creía que era posible entenderse entre hermanos laosianos y alcanzar un acomodo con los comunistas del Neo-Lao-Hakxat (NLHX).En enero de 1973 el Gobierno real y el NLHX iniciaron conversaciones de paz que acabaron conduciendo a los acuerdos del 14 de septiembre de 1973 por los que se creó un Gobierno provisional de Unión Nacional. El acuerdo preveía un Gobierno en el que ambas partes se repartirían equitativamente las doce carteras ministeriales. Además, cada Ministro sería asistido por un Secretario de Estado de la parte contraria. Los acuerdos preveían también la creación de un Consejo Político Consultivo Nacional cuya misión era la de formular recomendaciones que el Gobierno debería examinar y aplicar rigurosamente. En último extremo de lo que se trataba era de que el CPCN fuese minando progresivamente la autoridad del gobierno al tiempo que iba inmiscuyéndose en la gestión diaria de los asuntos. Magkra piensa que desde el principio los comunistas jugaron sucio y que su objetivo siempre fue utilizar las conversaciones de paz y los acuerdos como peldaños para hacerse con el monopolio del poder. En esta tarea se vieron ayudados por las divisiones del otro bando. El denominado “bando de Vientiane” estaba dividido. Estaban los neutralistas sinceros como Souvannaphouma, pero también estaban los derechistas como Sisouk na Champassak. Para terminar de complicar las cosas, Souvannaphouma sufrió un infarto importante el 12 de julio de 1974, que le dejó bastante capitidisminuido.Precisamente una de las incógnitas que el libro no esclarece es la actitud del Primer Ministro Souvannaphouma. Souvannaphouma era inteligente y al menos en parte era consciente del juego sucio de los comunistas. Sin embargo se dejó hacer, ¿por qué? Mangkra no lo aclara lo suficiente, pero motivos para mirar a otro lado no le faltaban. Veamos algunos: el líder del NLHX era su hermanastro Souphanouvong, en quien confiaba (una vez llegados al poder los comunistas, se vería que Souphanovong mandaba menos de lo que parecía); su deseo sincero de paz después de tantos años de guerra civil; la conciencia de que EEUU les había abandonado a su suerte y no se mojaría por ellos; el infarto de julio de 1974, que vino a añadirse al cansancio que ya sentía y a quitarle las pocas ganas de lucha que aún pudiera tener. Precisamente, los meses que Souvannaphouma estuvo fuera de combate a causa de su infarto, fueron utilizados hábilmente por el NLHX para socavar su posición. Sus métodos fueron multifacéticos: creación de estructuras de poder paralelas que van acaparando poder real en detrimento del gobierno; propaganda boca a boca sobre los ideales y el gran estilo de vida de la zona comunista; ocultación en las noticias de todo lo que no les favoreciera, comenzando por la manera en que las fuerzas del Pathet Lao violaban los acuerdos de paz… El comunismo laosiano mostraba su rostro más amable. Mangra cuenta la siguiente anécdota: en cierta ocasión el general del NLHX Singkapo Chounramany, un bon vivant con mucho sentido del humor, invitó a varios a un restaurante francés. Disfrutando de la velada, el Ministro de Defensa, que pertenecía al “bando de Vientiane”, le comentó al autor al oído: “Si esto es el comunismo a la laosiana… ¿por qué no?” Mangkra señala que por esas fechas, muchos habían empezado a pensar así. A la propaganda sutil de los comunistas hay que añadirle la miopía de los del “bando de Vientiane”. Muchos estaban demasiado ocupados en enriquecerse y medrar como para ver la que se les venía encima. 

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