Revista Moda
Las cenas con amigos a los 30 años son un poco dramáticas, a estas edades tus colegas ya no van solos, van con sus parientas (sí, todavía se usa este disparatado concepto para referirse a sus mujeres). Todo el mundo va de dos en dos, como Pili y Mili, como Mario y Luigi, como Las Grecas, como Estopa.
El ágape era en casa de uno de ellos, llegué tarde, como toda la vida de Dios, ¿para qué vamos a cambiar las cosas a estas alturas vitales? Y allí estaban ellos esperándome, sonriendo, queriéndome como el primer día que nos vimos... y con sus mujeres. Llegué tarde, acelerada y con un vino de más. Ellas me miraban con cara de Shin Chan, y ellos, rotos de la risa me preguntaron: "¿Pero con quién te has morreado en el portal?" Yo no entendía nada de nada, os lo juro. "¿Qué con quién, qué?", les espeté. Luego lo entendí, claro, tal cual llegué (y tras saludar a sus esposas) uno de mis amigos me empujó hasta el espejo más cercano. ¡¡Madre Santa!! Qué imagen más aterradora la mía en esos instantes. Parecía recién salida de un club de carretera mientras huía de un cliente enloquecido. Pelos revueltos (como siempre) y el pintalabios rojo pasión corrido desde la nariz hasta la barbilla. ¿Y esta es vuestra amiga la que faltaba por llegar?, debió pensar la santa señora de mi compadre. Pues sí, soy yo.
Todos me miraron estupefactos. TODOS. Ellos porque siempre se ríen de mis hazañas inverosímiles y ellas porque no entendían las razones por las cuales sus maridos me adoran y son amigos míos. Yo sí lo entiendo. Sí, en serio, lo comprendo. Me quieren porque soy como ellos. Soy una mujer con un pelo estupendo que conduce como un tío, suelta comentarios deslenguados a la menor oportunidad y no se escandaliza con la palabra follar. "¿Follar? ¿Ha dicho follar? ¡Oh, Dios mío!" Ellas prefieren decir hacer el amor, ¿sabéis? Yo no.
Los encuentros con amigos a partir de ciertas edades son un riesgo, corres la fatalidad de que dejen de amarte tal y como eres. Ellos no, ellas. Las esposas me escanearon, me vieron en esa aparición estelar y pensaron: ¿30 años y soltera? No me extraña, con esa facha... Menuda la que puede liarte en una comida familiar.
Tendré que volver a intentar causar sensación la próxima vez, bueno, no, si sensación causé. Está claro. Me buscaré para la próxima cena un gigoló por horas, van a ver cómo me las gasto. Un profesional guapo, inteligente y con el que pueda usar la palabra follar sin pegar un respingo del asiento.