Las comparaciones son odiosas

El descenso de River revolucionó el fútbol argentino de eso no hay dudas. Un club de esa magnitud, con la capacidad suficiente para movilizar a miles de hinchas en todo el país tan solo para verlo jugar es una de las muestras de que, a pesar de las categorías, el club de Nuñez sigue siendo un grande.

Más allá de la pasión, los medios de comunicación también han tenido que adaptarse este sustancial cambio. River desapareció de los partidos de domingo, y ya no incluye el listado de los equipos de la ‘A’. Así, sitios de internet, canales de televisión y radios, se han enfrentado a la disyuntiva de cómo tratar el tema de “River en la B”. La conclusión fue la misma: hacer como que no pasó nada.

De igual manera parece haberlo entendido su entrenador, Matías Almeyda, quien en cada conferencia que brinda se hace un tiempo para hablar de la grandeza de River y lo que significa su llegada a la divisional. Claro, a cada fin de semana, la pregunta de los periodistas recae sobre la misma temática. Más allá de lo futbolístico, enfrentamientos que nunca se dieron en la historia, suscitan la aparición de conclusiones como la que realizó en la previa al partido con Boca Unidos.

Al Nacional lo veo parecido al campeonato italiano. Se trata de defender y salir de contragolpe, los equipos se agrupan atrás y salen rápidamente. Las pelotas paradas se trabajan constantemente, hay mucho juego aéreo

Seamos realistas: el nivel del fútbol argentino es bajo, casi bajísimo. Hay que revolver y revolver en los archivos para encontrar 5 equipos que hayan demostrado un juego vistoso, atractivo y efectivo. Entonces, ¿qué diferencia existe entre lo que dice Almeyda y la Primera ‘A’? ¿En la ‘A’ no se juega al contragolpe? ¿La mayoría de los equipos no prefiere cuidar el resultado que proponer y atacar?

Las preguntas quedan rebotando en el aire a la espera de respuestas. Las grandilocuencias con las que se ha tratado el tema “River en la B” ha rozado límites “bizarrezcos”, gracias a los medios y a los propios protagonistas. Nadie duda de su grandeza, de sus títulos y de su historia pero a veces es mejor evitar ciertas cuestiones. Las comparaciones son odiosas, y no siempre es preferible abrir tanto la boca.