Revista Opinión

Las cosas de mi mujer

Publicado el 01 abril 2011 por Miguelmerino

Mi mujer*, que es muy graciosa, se la pasa tomándome el pelo con bromitas sobre mis artes amatorias.

Una de sus bromas preferidas tiene que ver con el tamaño. Que si qué “cosita” mas mona tengo; que si el día que repartieron las pichurrinas, yo llegué el último; que si todo el mundo tiene un pene y yo tengo una pena. En fin, que si coge a otro con la autoestima un poco más baja que la mía, lo hunde en la miseria. Menos mal que a mí me consta que estoy bien servido, que no todo el mundo puede presumir de mis once centímetros en presenten armas. Ya, ya sé que ustedes están acostumbrados a ver en las pelis esas guarras de por la noche, cacharros de más de veinte centímetros. Puro “fotosó”, que lo sepan. Eso no existe, está retocado. Y además, como yo le suelo decir: el tamaño no importa. A lo que ella, con tono burlón responde: Eso dicen todos los cucachicas. Es que tiene salidas para todo esta “jodía”.

Otro tema de mofa e incluso befa, es mi aguante. Me dice: Cariño**, tú no eres eyaculador precoz, tú eres eyaculador instantáneo. Como si yo no aguantara lo suficiente. Ha habido veces, tomen nota, que he estado en el asunto hasta más de tres minutos, ahí, dale que te pego. Incluidos los preliminares, es verdad, pero son más de tres minutos, a ver cuantos pueden decir lo mismo. No, no vuelvan con el tema de las pelis guarras, porque eso es un copia y pega, copia y pega, hasta el aburrimiento. Te repiten la misma secuencia ciento cincuenta veces, que yo me he fijado. ¿A quién pretenden engañar? Ojo, no es que a mí me gusten esas películas, pero como la gente te cuenta, uno tiene que averiguar de primera mano.

Otro objeto de sus burlas es mi supuesta monotonía***. Dice que sabe cuando le voy a pedir guerra por dos motivos principales: porque antes me paso media hora en el baño, y salgo apestando a colonia y desodorante y porque es sábado. Así, como diciendo. Primero: no es cierto que sólo me pase tanto tiempo en el baño cuando quiero sexo; y segundo: tampoco es cierto que sólo quiera sexo los sábados. Es verdad que me gusta acicalarme un poquito antes de empezar el asunto, pero eso no es malo, digo yo. Y que alguna vez coincida en sábado, puede ser, pero no es por eso. Lo que si es cierto es que para no andar con prisas, me gusta hacerlo cuando al día siguiente no tengo que trabajar, para estar más relajado y poderme dedicar en cuerpo y alma al tema. Lo que pasa es que sólo libro los domingos y a lo mejor, por eso es los de los sábados, pero no porque sea monótono, ni mucho menos. El año pasado, sin ir más lejos, lo hice un jueves. Me acuerdo porque estábamos de vacaciones en Madrid.

También se burla por lo de las posturas. Dice que a mí me sacan del misionero y el perrito y ya no sé que hacer. Aparte de que es mentira, lo que ocurre que no me voy a poner aquí a dar detalle, que me da mucha vergüenza y además podrían denunciarme por pornógrafo, lo que pasa es que la literatura erótica es muy dañina. Se pone a ver los libros esos indios y japoneses, “kamaputa” o algo así, y se cree de verdad que se pueden hacer esas cosas. ¡Mentira! Te lo digo ya, eso es mentira. Mentira y peligroso. La prueba está en que los ilustran con dibujos y pinturas, no con fotografías. Esas cosas no las hacen ni los contorsionistas profesionales.

Las cosas de mi mujer, que le gusta tomarme el pelo. Yo le digo: si no estás contenta, vete a buscar otra cosa, ya verás lo que hay por ahí, ya verás. Y ella me contesta muy seria: ¿Tú te crees que yo hablo sin conocimiento de causa?

¿Qué querrá decir?

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 * Quiero aclarar, que aunque este relato esté contado en primera persona, no se trata de un relato autobiográfico. Es pura ficción literaria.

 ** Insisto. No es autobiográfico. Es ficción literaria.

 *** ¡Qué no es autobiográfico! ¡Coño, ya!


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