Revista Ilustración

Las cosas disfrutables

Por Davidrefoyo @drefoyo
Las cosas disfrutables
¿Conoces el sabor del calor? Porque el calor no es sólo un poemario de Manuel Vilas, tiene que ver con un estado de ánimo, como las patrias o el fútbol; con una sucesión de discos que suenan mientras devoramos kilómetros, al ritmo de lo legendario. Es la primera vez que visito Valencia y recorro sus atascos y sus cadáveres en el arcén, recién exprimidos, como el zumo a 2,65 en esta tasca de terrazas kilométricas. He visto Mestalla, pero no la melancólica esencia de Unay Emery ni la tienda de gomina de Mijatovic. Los hoteles son una pieza esencial en el paraíso. Nadie te conoce en el pasillo, nadie te pregunta dónde vas ni a dónde quieres llegar. Ahora mismo no puedo responderlo, no me interesa. Me interesa la conducción automática y adelantar otro BMW: ya son ocho. Las señales destruidas con el inmortal volumen del equipo de música. Otra canción de Quique González y prometo odiarlo para siempre. Estrellas que se autodestruyen, ministros que se autoproclaman y un pincho de tortilla acompañado de Coca-Cola caliente. No jugamos en casa en esta ciudad alejada, pero un empate sabe dulce si la cosa se pone fea. He cambiado de sentido varias veces, persiguiendo un carril exclusivo para mí, un parking donde el allanamiento de morada sea castigado. He pensado en esa canción que dice: "si no te pegan tres tiros en la puerta de un hotel" y sonrío. Soy un completo anónimo, un muerto flotando en el jacuzzi. No pretendo vivir más tiempo en este edificio modernista ni utilizar gafas de pasta de moderno. Sólo me interesa regresar, al futuro, para ver dónde está el principio. Y dónde el final.

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