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Después de apostar por un personaje rompedor y diferente como es Paquita Salas en la comedia homónima dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi, Brays Efe decide embarcarse en un proyecto totalmente diferente, con un personaje que nada tiene que ver con sus trabajos anteriores, y que nos permitirá acceder a ese lado oculto del actor que se deja vislumbrar en la producción de Netflix, caracterizado por su cercanía y capacidad de dar vida a situaciones la mar de diferentes.
En su obra Las cosas extraordinarias, Brays nos presenta un monólogo teatralizado en el que él, como "único personaje", encarna al principio a su yo niño, que poco a poco irá creciendo, sobre el que van pasando los años, rememorando los principales episodios de su vida y cómo tuvo que enfrentarse a ellos. Una madre suicida, marcada por los estragos de la depresión, su primer amor, su padre, su perrito Indiana Jones,... y en todos esos momentos, aquello que siempre estuvo presente: su lista de cosas extraordinarias. Sobre este símbolo girará toda la obra, de principio a fin, constituyendo la base no solamente de la historia que se propone transmitir sino también del mensaje. Este protagonista, cuyo nombre nunca llegamos realmente a conocer, comienza la lista como un último asidero al que se ve obligado a aferrarse en su infancia, como el único medio que con esa edad encuentra a su alcance para tratar de hacer ver a su madre todo lo bueno que le rodea, pero que ella parece olvidar. Y así esta idea que él mismo, posteriormente, categorizará de absurda e infantil, poco a poco va creciendo; la lista de cosas extraordinarias pasa así a ser no solamente ese recordatorio a su madre, sino un recordatorio propio y compartido de su vida y sus vivencias.
Brays Efe, junto al equipo técnico, ha conseguido crear un espectáculo cuya mejor descripción puede realizarse con la palabra único. Este personaje no realiza simplemente un recorrido a través de toda su vida, sino que realiza además un viaje a través de la cultura pop de los ochenta, de cómo le influyó y cómo marcó su vida. Asimismo, es esa precisamente la esencia del cartel del espectáculo, al que no ha sido hasta después de ver la obra que le he encontrado sentido. Sin duda, es el más fiel reflejo de lo que vas a encontrar: continuas alusiones a canciones de la época, los iconos de la década, chistes y recuerdos que, si la viviste, seguro consiguen evocarte recuerdos y más de una carcajada.
Fuente: Teatro Lara
Por otro lado, otra de las notas que hace a este espectáculo tan característico es la importancia e implicación que se le otorga al público. Prácticamente todos los asistentes terminarán siendo partícipes de la obra, bien sea leyendo en alto una simple frase o incluso convirtiéndose en uno de los personajes a los que el protagonista hace referencia, encarnándolo, dándole vida en directo durante unos minutos. Este hecho, además de la dificultad añadida que supone para Brays por la improvisación a la que se da lugar, permite al público conocer una historia en cierto modo diferente si es que vuelve a presenciarlo en otra ocasión, pues aunque el hilo conductor siga siendo el mismo, claro está que quizás la siguiente vez ese personaje improvisado que tanto te sorprendió con aquella frase es ahora encarnado incluso por ti mismo, permitiéndote otorgarle un poco de tu propia personalidad, aquella ingeniosa historia que se te pasaba por la cabeza mientras veías a la persona sentada delante de ti la vez anterior dando vida a ese mismo personaje. Se nota que tanto los guionistas como Brays querían que este fuera un hecho determinante en el espectáculo, y realmente lo han conseguido.Además, si bien la trama principal de la historia se presta a lo dramático, terminas por sentirte más bien a bordo de una montaña rusa que nunca sabes cuándo va a volver a sorprenderte. Las escenas cómicas se alternan con aquellas más tristes continuamente, y Brays es perfectamente capaz de realizar esos cambios casi instantáneamente, transmitiendo al público al momento esa sensación de que algo cambia, un giro llega, y la historia está a punto de continuar por un camino totalmente diferente. En este sentido, y como ya al principio comentaba, cualquiera que conozca a Brays por sus trabajos previos sabe cómo es su humor, sus tintes y sus sombras, y cómo es también su capacidad para transmitir emociones en esas situaciones más duras, y es en este espectáculo que esas dos facetas del actor confluyen en un camino común, marcando una misma dirección, y mentiría si dijera que no se complementan a la perfección. Estos giros, además de aportar dinamismo y tensión a partes iguales a la historia, hacen que el espectador permanezca atento, ojo avizor pendiente de por dónde va a continuar todo, asomándose a ese abismo que puede estar a punto de abrirse ante sus ojos.
Fuente: Teatro Lara
Por último, me gustaría apuntar algo a lo que ya he hecho referencia previamente, y ese carácter humorístico tan peculiar del actor. En estos días en los que vivimos, en los que parece que para hacer humor debe uno reírse de un colectivo oprimido, un personaje público,... Brays nos demuestra que no es necesario. Son decenas las situaciones cómicas que se presentan a lo largo de la hora que dura el espectáculo, y apuesto a que ninguna de ellas va a ofender a nadie. Siendo sincero, y no se por qué, esta idea apareció en mi mente en mitad de la función, me percaté de ello, y desde ese momento no pude dejar de darle vueltas. Encontramos a veces humor inteligente, humor absurdo, comicidad en situaciones cotidianas, situaciones forzadas, improvisadas,... pero en ningún momento ni remotamente ofensivas, y no por ello menos cómicas.En conclusión, Las cosas extraordinarias es la historia de cualquiera de nosotros, y precisamente a través de las continuas participaciones del público, las alusiones y los guiños terminarás sintiéndote parte de ella. Brays Efe da vida a un personaje que, a lo largo de la hora que dura el espectáculo, te hará regresar a tu infancia y recorrerá contigo tu adolescencia, te hará reír y al momento siguiente emocionarte, te lo contará todo, y tú le escucharás, siempre pendiente de esa lista de cosas extraordinarias que nunca se deja atrás. Sin duda un espectáculo sencillo pero a la vez profundo, inteligente, gratamente sorprendente e innovador, en el que partiendo de la sencilla premisa de un monólogo teatralizado se logra construir no solamente una historia, sino también un ambiente del que los espectadores son partícipes, consiguiendo que regresen a sus casas con algo más que la sensación de haber presenciado una obra maravillosa.