Revista Expatriados
La concepción habitual es que el budismo theravada es el que responde más fielmente a las enseñanzas de Buda, que se deriva de los sthaviravadins y que fue llevado a Sri Lanka por Mahinda, el hijo de Asoka. De Sri Lanka pasaría al Sudeste Asiático, a los países donde hoy en día todavía se practica: Birmania, Camboya, Laos y Thailandia. Como suele ocurrir con todos los relatos históricos claros y lineales, esta visión tiene más de recreación imaginativa que de realidad.
Para empezar, aunque es cierto que lo más probable es que el theravada haya introducido muchas menos innovaciones a las enseñanzas originales de Buda que el mahayana, tampoco podemos identificar acríticamente las doctrinas theravada con lo que Buda enseñó en un principio. Johannes Bronkhorst en un libro que ya comenté en este blog, “Buddhist teaching in India” (“Die buddhistische Lehre”, en el original), menciona que posiblemente las enseñanzas originales de Buda fueran algo diferentes de lo que nos creemos. Entre sus afirmaciones más provocadoras está la de que tal vez Buda no negara en absoluto la existencia del yo, sino que fuese una de esas cuestiones metafísicas a las que no quiso dar respuesta.
Si nos atenemos a lo que los theravadins cuentan de sí mismos, un siglo después de la muerte de Buda se habría celebrado un concilio para dilucidar algunas diferencias relativas al vinaya, las reglas monásticas. En el concilio se produjo una escisión entre los “sthaviravadins”, cuyo nombre en sánscrito significa “los antiguos”, y los mahasamghikas, cuyo nombre significa “los mayoritarios”. Los segundos defendían una interpretación más laxa del vinaya.
A mediados del siglo III a.d.C. el emperador Asoka convocó un concilio para unificar la sangha y reafirmar la ordodoxia. De ese concilio salió la escuela vibhajjavada, como rama de los sthaviravadins. Cuando más tarde Asoka envió misiones a los países vecinos para difundir el budismo, una de esas misiones estaría encabezada por su hijo Mahinda, que llevaría la escuela vibhajjavada a Sri Lanka. Éste sería el origen de los theravadins.
Este relato es contestado por las fuentes de las otras escuelas. Para empezar, Andrew Skilton, basándose en los escritos de los mahasamghikas, propone otra tesis: en la escisión que se produjo un siglo después de la muerte de Buda, los innovadores fueron los sthaviravadins, que querían un vinaya más estricto. Así pues el vinaya mahasamghika habría estado más próximo al original. Por otra parte, aunque varias fuentes mahayanas hablan de una escuela vibhajjavada, las noticias que dan son muy dispares y no parece que inviten a relacionar esta escuela vibhajjavada con una hipotética salida del concilio convocado por Asoka.
El indólogo francés Jean Varenne defiende que el budismo habría llegado pronto a Sri Lanka. Para cuando el mahayana empezó a desarrollarse en el norte de la India, el budismo estaba debilitándose en el sur del subcontinente, que no llegó a acoger las innovaciones mahayana. Así pues el budismo srilankés se habría desarrollado libre de influencias mahayana. La tesis es sugerente, pero no me cuadran mucho las fechas. Además se olvida de algo importante: el mahayana sí que llegó a tener presencia en Sri Lanka.
Podemos dar por bueno que la conversión al budismo de Sri Lanka comenzó en el siglo III a.d.C, y que fue efectivamente a raíz del envío por el emperador Asoka de un grupo de misioneros, que difundirían doctrinas semejantes a las que defiende el theravada actual. El rey entonces reinante, Devanampiya Tissa, les habría concedido su patronazgo y habría permitido que Mahinda construyese junto a la capital el monasterio Mahavira, que será en lo sucesivo el centro principal de los theravadas en la isla. Una prueba de lo bien que se aclimató el budismo en Sri Lanka es que en el siglo I a.d.C. se celebró un concilio en el que se fijó por escrito el canon budista en pali.
A comienzos del siglo I a.d.C. el rey Vattagamani construyó el monasterio de Abhayagiri cuyos monjes se pasarían los próximos mil años dándose guantazos con los monjes de Mahavihara. Desde pronto debió de haber competencia entre ambos monasterios por ver quién se hacía con el patrocinio real. La competencia adquirió tintes doctrinales cuando un monje indio, Dhammaruci, llegó a Abhayagiri e impartió enseñanzas teñidas de mahayana. Parece que incluso en Abhayagiri hubo prácticas tántricas. Aunque las crónicas, redactadas por monjes de Mahavihara nos hablen de herejías y luchas doctrinales, fue sobre todo una lucha política, por ver quién le doraba la píldora mejor a los reyes. Tras muchas alternativas, en las que Mahavihara no siempre se llevó la mejor parte, en el siglo XII el rey Parakkamabahu I saldó la cuestión de una vez por todas. Suprimió Abhayagiri y su escuela. En lo sucesivo Sri Lanka seguiría exclusivamente la tradición theravada de Mahavihara.
Como dije al principio, otro mito muy extendido es el de pensar que cuando el budismo theravada llegó al Sudeste Asiático se encontró casi con un vacío religioso y que ocuparlo no le costó nada. Pues no. El budismo theravada se instaló como el dominante entre los siglos XI y XIV, según los países, en sociedades que ya habían tenido contacto con el hinduismo y con otras formas de budismo. Además eran sociedades que tenían sus propias tradiciones religiosas de tipo animista que todavía hoy permean al budismo theravada dominante.
Aunque siga habiendo muchos puntos oscuros, la mayoría de los estudiosos piensan que al Sudeste Asiático llegaron primero el mahayana y el vajrayana. El budismo theravada llegaría mucho más tarde y lo habrían impuesto reyes fuertes dentro de procesos de consolidación y centralización de su poder. En el fondo, optar por el budismo theravada como herramienta de gobierno fue similar a lo que habían hecho en su día los japoneses, los coreanos y los tibetanos.