En cuanto a las poesías (aparecidas hace 15 días), como sabes, al comienzo tuve la intención de no mostrártelas. Pero, pensándolo mejor, me ha parecido que si esperabas, después de todo, hablar de este volumen –al menos por las críticas que yo te enviaría –, el pudor sería tan ridículo por mi parte como la prudencia por la tuya. He recibido para mí dieciséis ejemplares en papel ordinario, y cuatro en papel de hilo. Te he reservado uno de estos últimos; si no lo has recibido todavía es porque he querido enviarlo encuadernado. Sabes que siempre he considerado la literatura y las artes como algo que persigue una finalidad extraña a la moral; y que la belleza de concepción y de estilo me basta. Pero como verás, este libro cuyo título –Flores del mal– lo dice todo, está revestido de una belleza siniestra y fría; ha sido hecho con furor y paciencia. Por otra parte, la prueba de su valor incontestable está en todo lo malo que se ha dicho de él. El libro enfurece a la gente. Por lo demás, espantado yo mismo del horror que iba a inspirar, suprimí un tercio de las pruebas. Se me niega todo, el espíritu de invención e incluso el conocimiento de la lengua francesa. Yo me burlo de todos esos imbéciles, y sé que este volumen, con sus cualidades y sus defectos, hará camino en la memoria del público letrado, al lado de las mejores poesías de Víctor Hugo, de Théophile Gautier e incluso de Byron. Una sola recomendación: ya que vives con la familia Emon, no dejes el libro caiga en las manos de la señorita Emon. En cuanto al cura, a quien sin duda recibes, puedes mostrárselo. Pensará que estoy condenado y no osará leerlo. Se había extendido el rumor de que iba a ser perseguido, pero eso no ocurrirá. Un gobierno que tiene entre manos terribles las elecciones de París no tiene tiempo de perseguir a un loco.
Charles Baudelaire
Carta a Madame Aupick
París, jueves 9 de julio de 1857
Foto: Les Fleurs du Mal
Frontispicio de la edición de 1857 anotado por Charles Baudelaire