Hay frases que siempre están ahí para salvarte el culo, como suele decirse, aunque tengas que decirte a ti mismo aquello de "tierra, trágame" por lo "bajini". Las relaciones humanas están llenas de circunstancias embarazosas en las que uno traga saliva. Y es entonces cuando aparecen. Son frases al estilo de "Mi nombre es Bond, James Bond". A veces quedamos en ridículo por no ofender, o uno se libra de tragarse un "tostón" de compañía; o simplemente, uno se escapa de una trampa emocional mortal. El instinto marca la diferencia de criterio. "Hoy no puedo" (mentira cochina), por ejemplo. O "es que tengo que..."(lo mismo que en el paréntesis anterior). Hay cientos de ellas, e incluso, en apuros, casi cualquier frase indefinida en el tiempo puede servir. No hay un arquetipo fijo para salir de situaciones que menos que delicadas. La cautela social, o el decoro como era hace tiempo, te lleva a preservar a personas sin comprometerte demasiado. Somos unos cínicos, que no les quepan dudas, pues ese huir sin ofender no es más que una defensa social ante futuros aprovechamientos. No son excusas simplementes aunque suenen a ellas. Son un vestigio de defensas diplomáticas y certeras. Nada queda al azar en la comunicación social.