Por Óscar Muñoz
La banda Nazca, actualmente desintegrada, nació en 1980 con Alejandro Sánchez y Carlo Nicolau, y posteriormente fueron incluidos tres músicos más. Cabe destacar que los cinco músicos que conformaron la banda cuentan con formación en música clásica, además de haber acumulado cada quien una amplia experiencia en varias agrupaciones, algunas rockeras y otras orquestales. De ahí que sus composiciones musicales, que tuvieron siempre un carácter colectivo, incluyeron la improvisación.
En cuanto a los géneros musicales que desarrolló esta banda, éstos son varios, aunque todos ellos incorporados en una mezcla, de los cuales es posible distinguir elementos propios de Rock In Opposition (RIO), música clásica, clásica de vanguardia y música étnica (maya/azteca/inca). Por cierto, Nazca es una ciudad peruana, donde sus habitantes se jactan de tener sangre real de los incas. Además, esta región peruana es célebre por sus famosas Líneas de Nazca, que son geoglifos prehispánicos que diseñaron los ancestros más antiguos de los incas en el desierto de Perú.
Nazca, El viaje de los muertos, del álbum Nazca, 1984.
Por todo lo anterior, la música de Nazca es fascinante y absolutamente única, aunque su aparición a principios de los años ochenta dificultó que tuviera la resonancia que merecía. La audiencia nacional no fue nada receptiva ante la música de la banda. A principios de los años ochenta, las masas tenían más oídos para el pop y la música convencional que para las propuestas vanguardistas del rock. Según comenta la propia banda, los asistentes a conciertos de Nazca los abandonaban, y hasta con irritación. Aquella falta de interés, tanto del público como de los promotores, orillaron a que Nazca falleciera (qué paradoja) en 1988.
En el poco tiempo de su existencia, la banda pudo lanzar dos álbumes de estudio y un maravilloso disco en vivo. Algunos expertos musicales han descrito la música de Nazca como si Art Zoyd, de Francia, y Univers Zero, de Bélgica, ambas agrupaciones del género RIO/Avant-Prog, tocaran en un templo maya como si se tratara de un ritual sagrado. Seguramente los críticos equiparan la música de Nazca con la de estos grupos europeos porque posee una misteriosa cualidad que podría ser asociada con los espíritus que habitan los antiguos templos mayas.
Nazca, Estación de sombra, del álbum Estación de sombra, 1986.
A pesar de que el tono musical de la banda es tenue y misterioso, ofrece una variedad de estados de ánimo y ritmos y casi no hay repetición. Los efectos surrealistas son logrados mediante el uso del fagot, el oboe, el violín, el piano, la viola, el violonchelo, el bajo, la batería y la percusión. Los instrumentos de cuerda son ligeramente más enfáticos en su segundo álbum, Estación de Sombra, pero son recomendables todos sus álbumes, en particular, el disco En Vivo, el cual, más que una interpretación en concierto de las piezas contenidas en los álbumes de estudio, las melodías fueron modificadas, alargándolas y reinventándolas mediante la improvisación, por lo que el álbum suena como uno completamente nuevo.
Cabe señalar que Nazca grabó un par de discos del más exquisito gusto. En 1984 esta agrupación editó su álbum homónimo, Nazca, y un año después sacaron a la luz el maravilloso disco Estación de Sombra, en el que demuestran lo mejor de sí mismos. Con nueve composiciones y un tiempo de 38 minutos, el segundo álbum fue muy elogiado por la prensa mexicana e internacional, y también por los fanáticos del rock progresivo. Habrá que escuchar este disco para entender el porqué.
Nazca, En la cuerda floja, del disco Estación de sombra, 1986.
El segundo álbum abre con el tema que da título al disco, “Estación de sombra”, el cual inicia con tonos suaves y progresa poco a poco hasta crear una atmósfera oscura y, de pronto, regresa a un sonido más suave. En esta pieza sobresalen el piano y el violín. Por su parte, “Tragedia”, la segunda pieza, como su nombre lo indica, podría funcionar como banda sonora de una tragedia. Aquí, el instrumento que más destaca es el bajo, que es tocado más fuerte y contribuye en la creación de una tensión que es mantenida a lo largo de la canción. “Espacios en torno” es la tercera pieza y el tema más corto, en el que la ejecución del piano conduce a la escena de alguna película dramática.
En la cuarta pieza, titulada “La morgue”, la música produce lo que sugiere el título: es posible cerrar los ojos e imaginar a la gente en una morgue, el lugar más incómodo donde entregan cadáveres. Una vez más, el bajo resuena con energía, lo que añade ese sonido especial que necesita la música. “Mangle” es la quinta composición y comienza con un sonido tranquilo antes de que surjan el piano, el bajo y el oboe, que construyen nuevas estructuras. En el caso de “Deshueso”, la sexta pieza, hay una diversidad de elementos que muy bien podría satisfacer al más exigente fan del género RIO/Avant-Prog, además de que el piano y el bajo remarcan la composición de manera excepcional.
Nazca, De oír le duele la boca, del disco En vivo, 1988.
Óscar Muñoz