Hoy os confesaré una de las cosas o en este caso “peces” que más miedo me producen en esta vida;y son los tiburones, o sea que si estoy en la playa y queréis hacerme una “bromita” que posiblemente acabe en infarto de miocardio tan sólo tenéis que gritar la palabra Tiburón, y acto seguido mis apreciados “cojoncetes” subirán hasta mi automáticamente seca garganta a una velocidad vertiginosa haciendo las funciones de corbata y en mi rostro se podrán leer con nítida y transparente claridad el pavor y la estupidez por partes iguales, seguidamente y con la cara de imbécil de rigor que se te pone en estas ocasiones empezaré a chapotear cual patoso gato cuando cae al agua e irremediablemente mi bañador sufrirá las sonrojantes y viscosas consecuencias de la “graciosa” broma y cambiará de color tornándose extrañamente de un tono marrón terroso, desagradable escena donde las haya, no os la recomiendo para nada.
Este efecto que produce en mi tal palabra tiene tres claros “culpables”, el primero es sin duda alguna Steven Spielberg al crear una de las películas que (sin ser una obra de terror como muchos erróneamente clasifican a este film ) más temor ha infundido en los corazones de millones de bañistas que al igual que yo se mean patas abajo cuando oyen la “jodida” palabrita. Los siguientes culpables directos de que yo me aterrorice cosa mala cada vez que voy a la playa (y pocas veces voy, todo sea dicho ) imaginándome devorado por un escualo gigantesco, son mis padres, que tuvieron la brillante idea de llevar a su retoño de 5 años al cine a ver Tiburón, un hecho que me ha dejado secuelas imborrables y odiosas, pero por lo visto la mar de graciosas y divertidas para la gente que tiene la suerte de pasar un día de playa conmigo y es consciente de este dato que me acojona ( pero ya me voy acostumbrando, tan sólo me quedan dos sesiones de terapia y ya podré bañarme en la piscina de los niños sin enfundarme la malla de hierro cual Caballero Templario ).
Seguramente parte de culpa de este miedo o fobia que comparto con millones de personas se debe a la calidad que atesora la película de Spielberg, ya que se han hecho tropecientas obras( casi todas bodrios infumables ) con la misma temática pero ninguna de ellas ha conseguido llegar ni mucho menos a la altura de la citada Tiburón ( 1975 ). La muerte que inicia el film de Spielberg ( de la que tenemos una foto en la parte superior de estas lineas ) es una de las que más me han acojonado en una sala de cine y eso que no aparece en ningún momento el escualo( ahí están dos de sus puntos fuertes, la incertidumbre y la tantas veces traicionera imaginación ), hecho que le da aun más mérito,si cabe, a la realización de esta brillante escena que logra con creces el propósito pretendido por el director que no es otro que acojonar al personal apoyándose en miedos tan ancestrales como los que producen; el agua, la noche, la oscuridad, lo desconocido y por supuesto el “cague” de no tener los pies en el suelo y no ver lo que hay debajo de ti, parece una tontería pero todos sabemos que no lo es y Spielberg juega de forma magistral con estos ingredientes tan aparentemente simplones.
Es impresionante lo que consigue hacer este “Maestro” del CINE tan sólo mostrándonos una tétrica imagen submarina que suponemos desde los ojos del depredador y en la que vemos la silueta de la inocente e incauta chica flotando plácidamente en la superficie del azul e inmenso océano Pacífico en una cálida y trágica noche de verano. Esta talentosa escena es de una astucia, sencillez y efectividad al alcance de muy pocos y posiblemente sea una de las imágenes más terroríficas de la historia del cine, a la altura del asesinato en la ducha de la genial obra de Hitchcock “Psicosis” ( 1960 ) con la que ésta guarda ciertos paralelismos ( suspense pausado pero creciente, chica desnuda, agua, música sincopada aguda e histriónica, depredador al acecho, ataque rápido violento y brutal y sangre a borbotones que tiñe el agua de rojo intenso…… ).
La banda sonora de este film es de una sencillez” insultante”, ¿Quien no la ha tarareado alguna vez? Pues fijaos bien en que son dos simples notas que van “in Crescendo” , acelerándose a medida que el ataque del Tiburón está más cercano a la victima, sencillamente colosal.
Si sumamos la sencilla escena submarina vista desde los ojos del tiburón blanco con la banda sonora de dos simples notas ¿Que obtenemos de tal operación? Pues el resultado final no es otro que una escena antológica que sin duda alguna ha pasado a la historia del cine y que seguramente ha producido pesadillas a más de uno ( me incluyo entre ellos ). Otra prueba incontestable del talento desbordante del director de ET y de que no hace falta liarse mucho para conseguir buenos resultados.
Esta película de aventuras ( Porqué realmente eso es, ni más ni menos ) sin duda alguna tiene todo lo que hay que tener para ser una obra maestra y estaría horas hablando maravillas de ella pero el tema que nos acontece no es el análisis del film sino el haceros participes de dos de las muertes que más me han impactado en una sala de cine, una ya os la he relatado, ahora es el turno de la muerte del rudo marinero Quint (en la foto superior ) interpretado por el magnífico actor británico Robert Shaw. Esta muerte es mucho más vistosa, cruda y sangrienta que la anterior pero en mi opinión bastante menos terrorífica porque a diferencia de la otra escena anteriormente narrada, ésta no deja nada a la imaginación y muchas veces aterroriza más lo que se intuye que lo que se ve, ya que nuestra mente recrea automáticamente por si sola un miedo fabricado al gusto, que posiblemente sea mucho más espeluznante que la amenaza real y palpable, ya que nuestra imaginación se ayuda de nuestros temores más ocultos para dar forma a dicha amenaza mucho más “personalizada” y “tuneada” al gusto.
Quint en principio parece un tío de lo más despreciable pero a medida que va avanzando el film y vamos conociendo más al personaje se le va cogiendo cariño y más aun después de la noche de borrachera acompañado del “Jefe Brody” ( Roy Scheider ) y el ictiólogo Hooper ( Richard Dreyfuss ) donde Quint explica a sus compañeros de “pesca” que en la segunda guerra mundial formó parte del malogrado buque de la flota norteamericana de nombre USS Indianapolis( del que tenéis una foto en la parte inferior de estas lineas ) barco que transportó desde América la bomba atómica que fue lanzada sobre Hiroshima y que fue el penúltimo buque estadounidense en ser hundido. La mayoría de su tripulación superviviente al naufragio fue devorada por los tiburones, sobreviviendo tan sólo 317 soldados de los 1.196 tripulantes que llevaba el barco.
Después de explicar semejante historia, donde Quint iba narrando con detalles como después de hundirse el barco todos los soldados supervivientes se agruparon para evitar el ataque de los tiburones, que solían atacar a individuos aislados. Y relatándonos como iba viendo como morían uno por uno devorados muchos de sus compañeros, empezamos a comprender a que se debe la”locura” y odio hacia los tiburones que muestra este hombre durante todo el film, lo que da más miedo sin duda alguna es que este relato que nos explica tan teatral y elocuentemente el cazador de tiburones es tan real como la vida misma, sucedió en la segunda guerra mundial y fue tal como él lo cuenta, algo verdaderamente espeluznante y una prueba irrefutable de que la realidad siempre supera irremediablemente a la ficción.
Momentos después de la brillante explicación a la que nos somete Quint, vemos aterrados como el marinero muere de una forma terrible “abrazado” por las temibles fauces del grandioso y frío escualo, el cual le mastica como a un chicle, lentamente y sin piedad alguna. Y tú irremediablemente te quedas embobado a la par que aterrorizado pensando en que el destino que afortunadamente había eludido Quint en el naufragio del Indianapolis le había perseguido incansablemente hasta este dramático e ineludible momento en el cual el tiburón devora lenta pero incansablemente al implacable e histriónico cazador de de tiburones. Una verdadera obra maestra de Spielberg, que se luce como pocas veces se ha visto en una sala de cine, bárbaro y brillante.
Bueno, nos vemos en siguientes entregas de estos posts breves que dedicaré a hablar de las muertes que más me han impresionado en el cine, espero impaciente vuestras sugerencias que seguro serán de lo más interesante.
Sayonara!!
Fdo: Harry Powell