De lo particular a lo general
Ya en un articulo anterior demostramos como todo producto implica un público, pero no todo público implica un producto. Nuestras propias experiencias e imaginación son los dos elementos básicos que dan origen a los productos del mañana, y es que, inductivamente, si a nosotros mismos nos llega a ser útil el producto que estamos concibiendo, debería de haber otras muchas personas en nuestra situación que también les podría interesar, y serles de utilidad.
El problema surge cuando necesitamos pasar de nuestra identidad particular a una identidad colectiva, de tal forma que podamos cuantificar el tamaño de mercado y las posibilidades de éxito para nuestro producto o servicio. ¿Cuál es mi colectivo?
Subjetivismo y objetivismo
Nada tiene importancia ni sentido sin la vida, la cual puede basarse en uno mismo o en otra cosa o persona, no por algo existen los suicidios, porque ha sido gente, en mucho casos, que tenia puesta su vida en un ser querido que lo perdió. A partir de esto, tenemos dos extremos, los subjetivos y los objetivos, en el primer extremo, la persona basa su vida en si mismo y por lo tanto encontraremos gente cuyos valores más preciados se encuentran en el confort, el placer, la diversión, evitan a toda costa los dolores y buscan el placer, la seguridad y el confort , se extiende además a la satisfacción espiitual que producen el reconocimiento y los honores sociales, por lo que no necesariamente será gente perezosa, lujuriosa y golosa, sino que pueden ser bastante diligentes , generosos, y templados si las consecuencias de ello resultan en más reconocimiento y honor social. De hecho, los placeres de origen corpóreo como el sexo, la comida y el sueño tienen una capacidad límite a partir de la cual ya no producen más placer, sino que se vuelve más difícil conseguirlo y se empiezan a comportar más como una droga. Mientras tanto, el placer del reconocimiento y honor social tiene capacidades más amplias, pero si no se controla, enloquecen a la gente de tanto orgullo.
En el otro extremo, están las personas cuya vida está en un objetivo fuera de si mismos, bien puede ser Dios, bien puede ser otra persona, su trabajo en una empresa, etc. El tener la vida puesta en un objeto fuera de ti mismo no significa que sea contrario a experimentar y disfrutar del placer corpóreo y el que da la vanidad, ya que depende de la naturaleza del objeto en quien creemos, así mientras en el cristianismo es pecado cualquier actividad sexual fuera de matrimonio, para alguien cuyo bien máximo es el trabajo en una empresa puede que no lo sea, también dependen de las condiciones y circunstancias en las que viven que les permitan cumplir con las normas según establece ese bien máximo, finalmente, también dependen del entendimiento que tengan de su objetivo ya que puede ser incorrecto, incompleto o sesgado.
Por lo tanto, es el entendimiento, las condiciones/circunstancias, la capacidad límite de los satisfactores y nuestras expectativas las que influyen fuertemente sobre nuestro sentido de la vida y su correspondiente sistema de valores, de esta forma, nuestro concepto de bien máximo puede irse transformando con el tiempo o sencillamente ser sustituido por otro.
No hay lugar a dudas que la mejor forma de conocer una persona es través de conocer a profundidad en lo que tiene concebido como el sentido y fundamento de su vida, analizando y estudiando las causas que le permiten corresponderse en actitudes, hábitos y costumbres plenamente con eso o no. Lo mismo aplica, cuando nuestro mercado no son personas, sino organizaciones aunque en este caso, su razón de ser y vida estará en la necesidad del grupo de personas a las que se dirigen sus productos.
Evidentemente, ningún estudio de mercado resultaría factible si estudiáramos a cada persona individualmente, pero a partir de un conocimiento de un bien máximo dado, podremos deducir sus manifestaciones clave en comportamientos y hábitos que nos permitan identificar el grupo de personas que con mayor probabilidad tiene ese valor.
Las necesidades y el valor añadido
También establecimos que, todo ser humano independientemente del sistema de valores y bien máximo que tenga tiene las mismas necesidades, y estas son:
Físicas: Alimentación y salud
Seguridad: Hogar y sociedad de leyes
Afiliación: Familia y amistad
Desarrollo personal. Utilidad en la sociedad, trabajo
Estas necesidades se satisfacen de una manera muy básica , sin embargo, conforme las personas enriquecen, estás necesidades pueden adicionarse y asociarse con muchos elementos para aumentar su calidad; como el lujo, el placer, la diversión etc, así realmente, cualquiera podría alimentarse con un plato de arroz, frijoles y algo de proteína en la calle, pero si tenemos el dinero y va de acuerdo a nuestro sistema de valores lo hacemos en un restaurante, acompañado de música de fondo con vista al mar; y así otros muchos ejemplos en el transporte, nuestras habitaciones y nuestro entorno de trabajo.
Nuestro bien o valor máximo, así como su correspondiente sistema de valores es el que determina que tanto valor agregado podemos permitirnos para cada necesidad, aunque, no hay que olvidar que el ser humano no actúa sistemáticamente, sino que independientemente del bien supremo que tenga sigue sintiendo, y por tanto el placer, el confort, el lujo y las experiencias influyen de manera importante de situación a situación.
Como apreciamos en el siguiente gráfico, conforme más nos acercamos a la necesidad de desarrollo personal, nuestros límites al valor añadido se hacen más amplios, ósea que estamos dispuestos a más, mientras que los físicos son mucho más restringidos. Ahora bien, independientemente de nuestro sistema de valores, en primera instancia, antes una situación de crisis, el comportamiento puede ser contrario, ya que al disminuir nuestro presupuesto, disminuye en mayor proporción nuestro presupuesto para desarrollo personal y afiliación, mientras que en las necesidades físicas, los recortes pueden ser más modestos