Revista Espiritualidad

Las ocho características de la tradición de Nishijima Roshi

Por Chocobuda

Las ocho características de la tradición de Nishijima Roshi

Gudo Wafu Nishijima (1919-2014) era un monje Soto Zen muy peculiar. Aunque trabajaba en una oficina de lunes a viernes, siempre tenía tiempo para estudiar y enseñar Zen a cualquier persona que se acercara. De hecho, este era su motivo de vida.

Su estilo sencillo, su sonrisa perenne y un sentido del humor ligero e infantil permitían que la gente entendiera enseñanzas clásicas que a veces son crípticas e inaccesibles. Durante la Guerra Fría, fue de los primeros maestros japoneses que enseñaron el Buddhadharma en inglés para no-japoneses, lo que permitió que sus enseñanzas trascendieran fronteras y tiempo.

Antes de morir pidió a sus monjes ordenados que llevaran el Zen a sus países, y que lo adaptaran a sus distintas culturas y tecnologías. Esta misión es la raíz de que nosotros en el mundo hispano podamos aprender de Nishijima Roshi.

Las escuelas que de ahí se originaron son todas diferentes como sus maestros, pero todas compartimos valores que mantenemos vivos y protegidos.

Para honrar la memoria de Roshi, que murió el 28 de enero de 2014, aquí están las ocho características principales de su enseñanza.

Romper el esquema de las cuatro características tradicionales: monje, laico, hombre, mujer
Al igual que Dogen y Keizan, Nishijima siempre luchó por desvanecer las barreras entre títulos y géneros. La práctica Zen es para todos los seres que estén dispuestos a escuchar la sabiduría del Buda y a sentarse en Zazen.

Nuestro templo es el mundo en su totalidad
Un monje encerrado en cuatro paredes no le sirve a nadie. Un practicante de Zen (monje o laico) necesita estar en el templo más grande de todos, la vida. Es ahí donde el Buda vive; en cada dificultad, en cada puesta de sol, en cada problema económico, en cada sonrisa.

Alejar la práctica Zen del estereotipo de funerales y de la institucionalidad religiosa
El Budismo Soto Zen no requiere de estructuras verticales, papas ni jefes. Requiere amor, amistad, trabajo en equipo y maestros que guíen con humildad y sencillez. El Buddhadharma se mantiene vigente cuando rompemos estas estructuras y simplemente nos sentamos juntos en Zazen.

Somos puerto seguro para quienes estén huyendo de otras filosofías religiosas o políticas
Al no tener estructuras rígidas ni dogma alguno, abrimos la puerta a todos los seres que requieran un hogar espiritual. No hacemos divisiones, no juzgamos a nadie.

Respeto a las tradiciones, impulsando el uso de nuevas tecnologías y de formas de comunicarnos
Estudiamos budismo japonés y nuestro compromiso es aprender la cultura y las tradiciones que dan forma y vida al Soto Zen. Al mismo tiempo, hacemos las adaptaciones pertinentes para que estas tradiciones se combinen de manera transparente con nuestras culturas locales. Asimismo, sabemos que las nuevas tecnologías ayudan a romper la ilusión de distancia y tiempo, por lo que siempre las aprendemos e implementamos.

Promover la práctica de Shikantaza como la manera ideal para experimentar la realidad
La realidad es inmensa e inconmensurable. Se necesita una mente clara, en paz y sin intoxicar para comenzar a Ver. Shikantaza es el pilar de nuestra práctica y no requerimos nada más.

Promover la compatibilidad de la práctica Zen con la ciencia y filosofía occidentales
Luego de cientos de años, la ciencia occidental está comenzando a entender los misterios de la mente y de la espiritualidad. En nuestra tradición siempre buscamos caminar de la mano con la ciencia y el pensamiento crítico, para el beneficio de la humanidad.

Promover el pensamiento crítico y el pragmatismo como base de nuestra práctica
Aunque no negamos que existen prácticas místicas, profundas y espirituales en el Soto Zen; primero cultivamos una mente clara y pragmática. Así llevamos el Soto Zen y el Buddhadharma a cada instante de la vida cotidiana, para mejorar la vida de los seres que nos rodean.

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Estos valores son la espina dorsal de Grupo Zen Ryokan. Hay que estudiarlos y vivir por ellos. Así honramos a nuestros maestros y mantenemos con vida el Budismo Zen.


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